Entrevista a Leonardo Espinoza, por Elaine Vilar Madruga
“La ciencia ficción nutre temas trascendentales de la humanidad”
Entrevista a Leonardo Espinoza Benavides, escritor de la colección de cuentos "Más espacio del que soñamos" y miembro de la Asociación de literatura de ciencia ficción y fantástica chilena (ALCIFF). Actualmente ha sido uno de los principales coordinadores de la compilación de relatos COVID-19-CFch (disponible en sección Biblionline) y el primer chileno en realizar una ponencia en la Capclave de Washington.
Entrevista realizada por Elaine Vilar Madruga. Publicado
originalmente en el Portal del Arte Joven Cubano.
1. ¿Qué momento vive actualmente la ciencia ficción chilena? ¿Cuáles son los temas más acuciantes, y los autores y editoriales que es necesario seguir?
La ciencia ficción chilena vive actualmente un momento fantástico y
todavía le queda mucho más por seguir desplegando. La historia del género en
Chile se ha rescatado en gran parte y se encuentra al acceso de todos.
Múltiples editoriales independientes mantienen el firme estandarte de la
literatura fantástica. La academia universitaria se ha involucrado y se llevan
a cabo los Encuentros Internacionales de Literatura Fantástica y de Ciencia
Ficción. La comunidad está cada vez más unida y generando mejores redes,
actualmente contando con la Asociación de Literatura de Ciencia Ficción y
Fantástica Chilena. ¡El panorama se ve bien! Es cierto que no se puede negar
que seamos todavía un nicho pequeño en un país pequeño, pero no cabe duda de
que los cimientos están más que firmes. Respecto al tema más acuciante: diría
más bien que tenemos un gran proyecto, la participación con un comité chileno
oficial en la Worldcon 79’. De las editoriales y autores: ¡son bastantes! En
cuanto a editoriales afines, cada vez son más las que se consolidan de manera
seria. A destacar como referente necesario y notable por su constancia y
estabilidad es la Editorial Puerto de Escape, a cargo de un grande en nuestras
tierras, el académico, editor y poeta Marcelo Novoa. Ya son 14 años dedicada a
potenciar incesantemente la literatura fantástica en Chile. Y en cuanto a los
autores: ¡qué difícil escoger! Mi percepción actual es la de un territorio
demasiado fértil, demasiado rico en obras. Me gustan los cuentos de Rodrigo
Juri, las novelas cortas de Roberto Sanhueza y las novelas largas de Mario
Bustos Ponce. Pero me sigo deleitando con muchos más autores. Se perciben las
ganas que tienen los escritores de contribuir. La invitación es a leernos y así
de a poco descubrirnos.
2. Dentro de ese panorama, sin duda plural, ¿cómo se manifiesta e inserta tu obra? ¿Cuándo y por qué descubres que te interesarían los temas del fantástico?
Me gusta pensar que mi obra se manifiesta en este escenario como un
nuevo punto de vista, íntimo, cercano, muy humano; especulativo y poético a la
vez, con elementos fuertemente criollos y nostálgicos, propios de estas tierras
tan australes. Escribo sobre gente simple en mundos complejos: personas
pequeñas que desbordan sueños y anhelos, que lloran y fallan y sin embargo
siguen encontrando algún sentido. Para mí la ciencia ficción es una expresión
artística que nutre temas trascendentales de la humanidad. Siempre invoco a uno
de mis maestros, el gran cineasta Andrei Tarkovksy, de quien aprendí que la finalidad
de lo que hacemos en cuanto creadores es buscar enriquecer el “alma” humana en
un mundo necesariamente imperfecto. Y como dijera Philip K. Dick, estimular y
estimular hasta el punto de incitar la co-creación. Y disfrutar haciéndolo. Creo
que la lectura, en su contacto íntimo, encuentra su significado en cada
aprehensión individual, con su eterno subjetivismo en busca del receptor
perfecto, ese que aún está buscando y esperando. Así respondo a la segunda
pregunta, mi encuentro con lo fantástico: Crónicas
marcianas me atrapó de improviso cuando pequeño. Yo, Robot me guio en la adolescencia. Y desde entonces sigo este
camino como uno sobre el cual no tengo dudas.
3. De la medicina a la escritura, ¿dónde encuentras puntos de conexión?, ¿la medicina ha influido de alguna manera en lo que escribes?
La medicina y la escritura… ¡intensa situación! Desde que tengo
recuerdos, ambas me han acompañado en una especie de ying y yang recurrente. No
me imagino en otra profesión que no sea la medicina y, a la vez, no concibo un
escenario en el que escribir no sea mi pasión. Y me resulta sorprendente que efectivamente
están siempre ahí presentes, como dos fuerzas opuestas, pero inexorablemente
complementarias en mi persona. Realmente encuentro acertada la analogía taoísta.
Ambas dimensiones me influyen en las dos direcciones: como médico, la escritura
contribuye en la forma en la que interactúo con los pacientes, el cómo los
escucho y los observo, con matices peculiares de empatía y de asombro; y como
escritor, particularmente de ciencia ficción, la medicina me otorga estructura,
método, plausibilidad en mi argumento, ciencia y vivencias. Si bien por
momentos son colosos difíciles de hacer convivir, lo cierto es que disfruto el
dinamismo con el que van forjando mis pasos.
4. En la multiplicidad de espectros y temas del fantástico, ¿cuáles te interesan?
Guardo hermosos recuerdos de los libros “realistas” que me formaron en
tiempos pasados: Hijo de ladrón de
Manuel Rojas, Sub-terra de Baldomero
Lillo, Los hermanos Karamazov de
Dostoyevski, El guardián entre el centeno
de Salinger, El gran Gatsby de
Fitzgerald. Los menciono porque han quedado como huellas en mis gustos
posteriores y creo que hasta el día de hoy me influencian. Sin embargo,
confieso que actualmente, y desde hace ya muchos años, leo exclusivamente
ciencia ficción. ¡Y es que es un mundo enorme! Verdaderamente inagotable.
Incluso dentro del vasto territorio de lo que abarca la literatura fantástica,
es la ciencia ficción en particular la que me invoca. Por eso, al responder sobre
los temas que me interesan, la respuesta viene siendo: si es ciencia ficción,
tiene toda mi atención. Pero si me viera obligado a escoger mis temáticas
favoritas, escogería: contacto y comunicación con otras formas de vida, las
nostalgias de los hombres y mujeres del espacio, las historias rurales y
marginales, la especulación fuertemente plausible en términos científicos y las
vertientes que se enfocan en aspectos filosóficos. ¡Eso es lo que más disfruto!
5. Existe buena ciencia ficción latinoamericana. Sin embargo, muchas veces los propios autores ignoran que existen excelentes voces en países vecinos. ¿La literatura anglosajona nos ha hecho ciegos a otras influencias? A tu criterio, ¿cómo podría ser revertido este fenómeno?
Mi impresión es que tiene que ver con la enorme cantidad de material
anglosajón, su gran capacidad de difusión y la estabilidad de un mercado
gigantesco. Además, la ciencia ficción estadounidense y británica tiene una
extensa tradición y cuenta con obras que son incuestionablemente magníficas. En
ese sentido, es difícil competir contra el hallazgo fortuito de algún lector
curioso con libros como 1984, La guerra de los mundos, Fahrenheit 451, Dune, Fundación, solo por
mencionar un minúsculo puñado de clásicos en continua reimpresión. No me
extraña, entonces, que sean menos conocidas las obras latinoamericanas. Aun
así, me ha tocado observar que aquellos que han quedado atrapados por el género
suelen terminar buscando por su propia cuenta autores y publicaciones escritas
en su país. En el caso chileno, se suele caer rápidamente en el legado de Hugo
Correa, uno de los autores que ha sido considerado un impulsor esencial a nivel
regional. Pero, nuevamente, no logramos competir contra la incesante producción
de los vecinos del norte que, sin lugar a duda, siguen generando textos
maravillosos. No es un fenómeno exclusivo de nuestras tierras: lo mismo debe
suceder, me imagino, con la ciencia ficción de otros rincones de difícil acceso.
Y, por supuesto, creo que la idea no es que todos nos pongamos a escribir en
inglés y dejemos de lado las bellezas y maravillas de ocupar el idioma nativo.
Si bien existen estas limitaciones, creo que son, a su vez, parte de los
elementos que forjan nuestra identidad y que dan forma a nuestra expresión. A
mi juicio, no veo un fenómeno que amerite ser revertido, sino que existen más
bien los horizontes para llevar a cabo desafíos hermosos; aún hay mucho por
sembrar y cosechar. Soy de la idea de continuar promoviendo una cultura de
comunidad, de incentivar a nuevos lectores, escritores y traductores, de seguir
estrujando los potenciales de nuestra ciencia ficción. Escribir, escribir y
escribir. Es la forma en que irán surgiendo más reliquias y escuelas.
6. En Puerto de Escape publicas tu primer libro, ¿qué tal la experiencia?, ¿has pensado en la posibilidad de publicarlo en otros países?
Mi primera publicación oficial fue en el año 2008, en una colección de
cuentos de la Universidad Andrés Bello. Lo recuerdo con una sonrisa en la cara.
Fue una sensación tremenda de punto de partida. Tuve la posibilidad de ver y
escuchar a Hernán Rivera Letelier, de quien había leído Los trenes se van al purgatoria, y viví ese primer encuentro mágico
con un “escritor reconocido”. Fue fabuloso. Albergo con mucho cariño ese día.
Más tarde, 10 años después, tras un recorrido que me pareció aún más largo de
lo que fue, me vi publicando finalmente un libro de mi autoría. Si antes fue
fabuloso, esto fue sublime. Quise conscientemente esperar un buen tiempo antes
de enfocarme en la publicación concreta de un libro; quería primero conocer y
recorrer, curtirme, hacer mis aportes y apoyar a la escena local, descubrir a
las personas detrás de todo esto: escritores, editores, lectores. Fui
aprendiendo y me fui entrenando con publicaciones de artículos y relatos en
distintas plataformas hispanoamericanas, con la fortuna también de un paso por los
Estados Unidos, hasta que sentí que era el momento adecuado. Decidí presentar mi
proyecto a la editorial Puerto de Escape: llevaba años siguiéndolos y
acompañándolos, disfrutando sus proezas, sus altos y bajos, su trabajo
imparable y su pasión desbordante. Cuando, mucho tiempo atrás, había buscado
dónde se encontraba la ciencia ficción de mi país, fue su editor Marcelo Novoa el
primero en recibirme, con ese carisma sincero que irradia siempre. Mi
manuscrito fue aceptado y el proceso de publicación fluyó de manera magnífica.
La experiencia fue memorable, culminando con una maravillosa presentación en la
Sociedad de Escritores de Chile. Lo considero uno de los momentos más alegres
de mi vida. Simplemente, plenitud total. Lo que diez años atrás había sido un
punto de partida, ahora venía siendo la consagración de un camino que me había
dispuesto a recorrer. Hoy en día me dedico a seguir caminando esa ruta y no
puedo sino agradecer toda la motivación y apoyo que me entrega la editorial.
Realmente disfruto trabajar con ellos y ser parte de ellos. En cuanto a si he
pensado en la posibilidad de publicar en otros países: ¡pues, sí! Por mi parte,
aquí estoy disponible. Veremos qué surge.
7. Como artista, ¿de qué manera y a qué ritmo vives la literatura?, ¿cómo transcurre tu proceso de trabajo?, ¿cómo creas la obra?
Como dijeran
Gilbert & George: “To be with Art is all we ask”. Admiro el Arte con devoción: esa expresión y
creación humana que viene a darle sentido y trascendencia a todo, que viene a
mostrarnos los ríos abstractos e intangibles, pero llenos de agua dulce,
vivificantes. Y así disfruto la Literatura, como parte de esta expresión. Creo,
sin embargo, que aquello que le atribuyo, en globo, no es una regla general: en
este mundo ricamente diverso, hay personas que encuentran sus símbolos y
verdades en otras manifestaciones: la Historia, la Ciencia, el trabajo social,
el deporte, y un gran etcétera. Todas son válidas y necesarias para una
sociedad armónica. Pero confieso que, para mí, mi musa es el Arte. Sin ella, me
marchito. Y cuando paso mucho tiempo alejado de ella, efectivamente me
marchito. Con ese ritmo lo vivo, como una insignia tatuada. Pero me disculpo
por tanta palabra rimbombante y me aterrizo de nuevo. Sobre mi proceso de
trabajo y creación de la obra: todo parte como una necesidad visceral de contar
algo. Entonces vienen las ideas, la imaginación, las interrogantes. Suele ser
una idea que me parece novedosa y atractiva, que puedo utilizar para desfigurar
la realidad de una forma plausible y ojalá también simbólica; o bien es la
emoción de un personaje entorno a esa idea la que quiero desarrollar, en un
mundo acorde. Voy siempre anotando pequeños apuntes, lo esencial, para después acordarme.
A veces anoto diálogos que surgen en el momento y quiero usar posteriormente.
Luego suelo estudiar el tema que voy a trabajar (es ciencia ficción lo que
escribo, al fin y al cabo) y cuando siento que todo está armado y tengo las
herramientas necesarias, me siento a escribir. Por supuesto hay excepciones,
pero esa ha sido usualmente mi modalidad.
8. ¿Hasta qué punto y en qué porciones influyen en tu creación, las
esferas de la inspiración y la disciplina?
¡Soy un terrible planificador! Lo he sido toda mi vida. Jamás he podido
usar una agenda o un calendario. Mi mayor organización viene siendo dejar notas
pegadas en algún lado en caso de tener algo de suma importancia que realmente
no puedo olvidar. Suelo saber qué cosas tengo pendientes, pero no las pongo en
una lista mental de pendientes hasta que siento que realmente me voy a enfocar
en ello. Es como un calendario inconsciente, creo. Por suerte me funciona. Siempre
lo he visto como un sistema basado en maratones. Tengo mi propio entrenamiento
hasta el día de la carrera. Y cuando llega ese momento lo entrego todo.
Realmente todo. Soy de los que pueden sentarse a escribir o leer por 12 horas seguidas
sin moverme de la silla (salvo para el ciclo de renovación de los niveles de
cafeína), en una especie de transe imparable. Nunca me ha resultado eso de
“avanzar de a poco” o “hacer las cosas con tiempo” o “esquematizar los horarios
del día”. Envidio a la gente que puede y que funciona como reloj. Lo he
intentado y no hay forma alguna. Necesito mis maratones. Así se conjuga en mi
caso la disciplina y la inspiración.
9. Tu literatura tiene mucho de visualidad, mucho de aliento cinematográfico, ¿has pensado en la posibilidad de adaptación a otros formatos?
De lo cinematográfico, lo he pensado y me encantaría. Y no sería muy
exigente con las adaptaciones. Al contrario, invitaría a la experimentación, a
la interpretación o a cualquier ideación creativa que pudiese surgir. El cine
para mí es otro mundo. Mis dos grandes pasiones en cuanto a dimensiones
artísticas son la literatura de ciencia ficción y el cine de autor. Me gusta
Bergman, Buñuel, Truffaut, Godard, Fellini, por nombrar solo algunos inmortalizados,
y hoy en día mis predilectos son Asghar Farhadi y Xavier Dolan. Pero suelo
vivenciar estas dos expresiones de manera diametralmente distinta. Me estimulan
y enriquecen desde ángulos diferentes. A veces, eso sí, se encuentran y resulta
maravilloso, como han sido para mí, por ejemplo, los casos de Tarkovsky,
Kubrick, Nolan, Villeneuve. Por lo tanto, sí, me encantaría algún día ver una
adaptación. Si hay algún cineasta leyendo esto, ¡las puertas están abiertas!
10. ¿Cómo valoras la escritura de tus contemporáneos?
A mis contemporáneos nacionales los valoro como algo imprescindible. Sin
ellos, no habría comunidad, no habría emoción. Me motiva el verlos crear, me
entusiasma leerlos y ver qué cosas nuevas se traen. Me gusta leer ciencia
ficción chilena y me gusta celebrar a mis colegas, aplaudirles sus universos y esperar
ese magnum opus que sé que en algún
lugar y tiempo está preparando cada uno. Lo mismo con el trabajo de los
editores, pensar en quién nombrará la historia como nuestro análogo de
Gernsback, Campbell, Moorcock o Van Gelder. Disfruto sentirme inserto en esta
escena, en conjunto.
11. Si tuvieras que decir qué de nuevo trae tu literatura, en pocas palabras, ¿qué sería?
Una nueva perspectiva para hacer el recorrido.
12. Ahora mismo, un libro que te haya influido y un autor (vivo o muerto) con el que te tomarías un té o un café sin pensártelo dos veces.
Ray Bradbury, sin lugar a duda. Quizá no sea la respuesta más original,
pero es la única respuesta que me surge con completa y espontánea sinceridad.
Encuentro en él una sabiduría, bondad y pasión sin comparación. La forma en que
se formó y la forma en que entregó su vida a las letras fantásticas simplemente
me llenan de inspiración y motivación. Tengo, de hecho, un retrato suyo
enmarcado en mi librero: una foto en la que sale muy bonachón, con su sonrisa
amplia. El hombre ilustrado es por
lejos el libro que más huellas ha dejado en mí (¡lloré con tantos de sus
relatos! “El hombre del cohete” y “El cohete” son historias que siempre vuelven
a mí). Una vez incluso me disfracé de este tal hombre ilustrado: dibujos en la
cara y en los brazos, una serie de cohetes y animales. Por supuesto, nadie tuvo
la menor idea acerca de qué estaba disfrazado (y no los culpo: no era muy
evidente que digamos; era una fiesta de Halloween en Santiago); sin embargo, me
sentía sumamente cómodo, algo así como “leal”, en este acto tan sencillo. Tal
vez eso mismo refleja mi vivencia con la ciencia ficción. Probablemente,
mientras nos tomamos un café, sería esta una de las anécdotas que le contaría a
Mr. Bradbury.
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