Rescate historico: Ciencia ficcion en Chile, de Remi Maure (1982)
Rescate histórico:
CIENCIA FICCIÓN EN CHILE
REMI MAURE
Artículo publicado en revista francesa Antares 7 y posteriormente publicado en Fanzine Nadir 4 (1987) y posteriormente en Fobos 12 (2001). Traducido originalmente por Moisés Hassón.
Este artículo ha sido publicado con el motivo de hacer un tributo tanto al investigador Remi Maure como a Moisés Hassón y a Luis Saavedra por el esfuerzo de rescatar los primeros vestigios de la Historia de la literatura fantástica chilena.
1. Chile, al contrario de Argentina, no parece haber tenido una "Prehistoria" en su desarrollo en CF. Aún la fantasía, un género que ha florecido por décadas en la vecina Argentina, está casi completamente ausente. En otras palabras, puede decirse que la CF en una importación reciente en Chile, mientras en posible encontrar literatura de gran valor en otros géneros prácticamente desde que existe como nación. La CF entró a Chile antes de 1959 principalmente a través de trabajos provenientes de España y Argentina, los cuales en apariencia no generaron nada de CF autóctono excepto unas pocas y aisladas historias cortas las cuales no condujeron a ningún sitio.
Entonces bruscamente, en 1959, aparece no sólo una novela sino también un escritor, Hugo Correa, el cual ha resultado el mejor y más prolífico de su país con una producción de cinco libros de CF. Esto puede no parecer mucho para un período de 22 años, pero tratándose de Latinoamérica y de un escritor no profesional, resulta serlo. Correa (n. 1926) es el único escritor chileno de CF que puede exhibir una audiencia internacional: sus historias han sido no sólo publicadas en España, sino que también han sido traducidas al alemán, inglés, francés, portugués y sueco. De todos los chilenos que han contribuido al género, es el único que puede considerarse como un autor de CF. Ninguno de los demás, en realidad, ha escrito más de tres libros, de allí su importancia en este estudio.
La primera novela de Correa, Los Altísimos (1959), en alguna medida prefigura al Clarke de Encuentro con Rama (Rendezvous with Rama, 1973) por el hecho de describir literariamente en forma extensa el interior de un mundo artificial sin introducir ninguna acción real. También trae a la memoria otra novela de Clarke, El fin de la infancia (Childhood’s End, 1953) porque refleja el destino de las personas como un juguete de desconocidas entidades cósmicas. Es uno de los grandes clásicos modernos de la CF latinoamericana.
Los Altísimos narra la historia de un terrestre cuyo destino se enlazado accidentalmente al de los habitantes de Cronn. Cronn es un mundo, de un diámetro de 33.0000 kilómetros, que oculta dentro de su estéril superficie ocho planetas concéntricos. Estos son de igual tamaño, con continentes simétricos; todos poseen habitantes en su superficie cóncava, con excepción de uno. Por millones de años Cronn ha estado atravesando las galaxias a la velocidad de la luz, en una búsqueda que los cronnianos mismos no entienden.
El terrestre debe ajustarse junto a los 10.000 millones de habitantes de este perfectamente estandarizado mundo, donde los ciudadanos nada poseen, son constantemente vigilados, y no pueden permanecer en un mismo departamento por más de un día; donde el matrimonio es desconocido y las relaciones que duran más de un día están prohibidas; donde las mujeres son creadas genéticamente estériles y la reproducción es realizada en gigantescas incubadoras. El protagonista piensa, en un comienzo, que este mundo está ubicado al interior de la Tierra, pero progresivamente descubre su verdadera naturaleza.
Eventualmente descubre que los verdaderos jefes de Cronn no son los Técnicos, robotizados cronnianos que controlan todo, sino los Superiores, entidades cuasi-divinas que han elegido a loa cronnianos para que los acompañen en su peregrinación. Invisibles pero inmanentes, son ellos los que construyeron este mundo al cual invitaron a los cronnianos después que su sol hubo explotado. En muchas ocasiones los cronnianos se han revelado contra sus maestros, los cuales los castigan periódicamente; y uno de los puntos altos de la novela concierne al diezmamiento -por medio de una lluvia de billones de cadáveres de un castigo anterior, entonces enviados al espacio y ahora "reciclados"- de la población reunida en la superficie.
La idea central de Los Altísimos es el de una humanidad encerrada en un planeta prisión, que no es dueña de su destino; aunque en la práctica no esté cercana a la humanidad terrestre, siempre existe la posibilidad de que ello ocurra. El libro es también una ominosa sátira a la sociedad comunista llevada al límite de la desindividualización. Literariamente considerada la historia es tratada como la evolución de un enigma en sucesivas etapas, las cuales llevan a nuevos enigmas, ellos mismos insolubles. Y no es menor el mérito del autor haber sido capaz de realizar este grandioso trabajo como una apasionante y atrapante historia.
Desde 1959 a 1968 Correa publicó numerosos trabajos cortos (2). Uno de ellos es su novela corta Alguien Mora en el viento, que apareció en 1959 como un pequeño libro y que ha resultado ser una de las obras maestras del autor. Es la historia de dos astronautas, cuya cápsula de rescate termina varada en una de las islas vegetales que flotan a través del violento y nocivo viento de Venus. Dentro de una de ellas, encuentran una terrestre nacida de una pareja cuya nave naufragó allí más de 15 años atrás. Pero también se ven enfrentados con presencias invisibles las cuales rondan las tempestades. Estas no se manifiestan materialmente, pero son capaces de reducir a una persona a una edad avanzada, mientras aceptan que otras permanezcan jóvenes. Aparte del original e imaginativo armazón, esta novela es notable por su atmósfera de dos tonos y por los caracteres humanos de la aventura, algo que es común con la mayoría de los otros trabajos del autor. Al mismo tiempo aparece con una serie de otras historias del mismo tamaño, en contraste a toda una serie de cuentos breves en los cuales Correa muestra su humor negro -un contraste que demuestra su eclecticismo.
La segunda novela de Correa, El que merodea en la lluvia (1961), propone un enigma de origen cósmico: una criatura de otro mundo cae al nuestro, pero en un contexto no convencional, el campo chileno. Infortunadamente, este trabajo está cargado con una serie de diálogos redundante y poco interesantes, con "flash-back" a una triste trama concerniente a personajes inconsistentes. Todo ello banaliza un tema, que, no siendo original, es singularmente evocativo. Cerca de un cráter formado por la caída de un cohete ruso, una presencia se manifiesta en días lluviosos como un intenso frío y un olor a fango. Llegado desde un envase de muestras lunares, el cual fue recuperado vacío, provoca el interés de variadas personas, algunas de las cuales, pensando enriquecerse, son encontradas sofocadas en el fango. Pero si la cosa solo viene a la vida en presencia de agua, permanece consciente aún en su estado latente y es capaz de influenciar mentes humanas. Así fuerza a los técnicos rusos a una maniobra equivocada que causa la caída del cohete; y elige un ser humano, Salvador, para que lo acompañe en su misión de dominación. ¿Cómo? El lector no encontrará nada que descubra la real naturaleza del Rondador. Tal vaguedad lleva a un final muy místico, pero que no justifica la extensión del libro.
Los Títeres (1969) sin ser una novela, posee una unión novelística. La colección de cuatro historias está centrada alrededor de los trastornos sociales existentes desde que se han generalizado los robots personalizados y teledirigidos. Provistos con un casco capaz no solo de transmitir visión y sonido sino también tacto y olfato, tales robots, independiente de quien les esté dando las órdenes, hacen que se pueda realizar con este dispositivo aquello que puede efectuarse presente en carne y hueso. Cada historia presenta un aspecto de esta revolución, en "Alter Ego" un hombre comete "suicidio" a través de su doble, mientras "El Veraneante" enfoca en el anonimato y la negación de los Otros que estos simulacros tienden a favorecer. Las otras dos historias en Los Títeres son realmente novelas cortas que entregan cada una un amplio panorama. "El mundo del tío Roberto" describe una civilización donde las personas permanecen en sus hogares mientras las calles con ocupadas con muñecos (los cuales a menudo se ven más jóvenes que sus propietarios) y donde grupos organizados conducen una lucha contra los robots. "El Hombre Prohibido" cuenta las consecuencias de una conspiración por medio de la cual oponentes al gobierno serán reemplazados bajo la cubierta de robots. El libro como un todo, con su inspiración en los acontecimientos terrestres, es un ejemplo de CF sociológica, describiendo en una forma que es a la vez lógica e inquietante una civilización que ha elegido vivir por representación. La última novela publicada a la fecha por Correa, El Nido de las Furias (1981), es algo así como un evento dado que marca el retorno al género luego de un silencio de diez años. Nos presenta un imaginario país en América Latina regido por un general cuyo origen aparece ligado a gigantescos edificios dejados por pueblos prehistóricos. Combinando hábilmente una serie de "flash-backs" con un despliegue de una deteriorada situación política, el autor insinúa cómo un ser extraterrestre realizó un pacto hace largo tiempo con esta gente, y luego la destruyó cuando fue traicionada. De vuelta a la Tierra el extraterrestre impregna una virgen la cual dio a luz al tirano cuya carrera es contada hasta el momento de su desaparición -o más bien su fusión con su progenitor. Como en sus novelas previas y en Alguien Mora en el Viento, Correa permanece fiel a su gusto por el misterio unido a la metafísica y a los símbolos del Cristianismo. Rehusando caer en la trampa del antropomorfismo o de "Grand-Guignol", prefiere dejar tus historias con finales vagos o aún renunciar a é1 de forma tal de no despertar en sus lectores un falso sentido de confianza, que es en parte el caso de El Nido de las Furias. Es cierto que hay más que esto en su trabajo. No obstante, podríamos preguntamos si la idea de que lo incognoscible domina la vida humana justifica el tipo de autocensura que Correa utiliza en la imaginación la cual, por ejemplo, en sus historias humorísticas, él ha explotado de manera brillante y poética. Este es el dilema que revela su trabajo cuando es demasiado serio.
2. Si existe en Chile un segundo autor de CF, este no puede ser otro que Antonio Montero Abt, el cual infortunadamente parece haber cesado toda actividad después de producir tres volúmenes. Como los dos que le siguieron, el primer libro, Los Superhomos (1963), apareció bajo el seudónimo de Antoine Montagne -un signo de su francofilia. Los Superhomos, una muy clásica novela de construcción lineal y extremadamente simple, describe a 30 criminales cuyo tratamiento rehabilitatorio los transforma en genios entregándoles, además, poderes parapsicológicos. Motivados por un impersonal sentido de la justicia, deploran la caótica y cruel visión que su super-telescopio les permite ver en otras especies inteligentes en la galaxia. Proponen a la humanidad que ellos se encarguen de conquistarlos y establecer el orden perfecto: la Tierra deberá entregar las tropas y ellos su inteligencia. Seguros de sus métodos coercitivos que una humanidad despreciada no podrá negar, comienzan sus preparativos; y su cruzada galáctica podría haberse realizado si la nave espacial que los transportaba no hubiera sido preparada con una trampa que los envió a una dimensión sin retorno. Aunque algo pasada de moda y falta de originalidad, la historia resulta creíble y sin pretensiones. En un nivel superior se encuentra Acá del tiempo (1969). En ella se explota una variante del tema de Los Superhomos, pero de un modo más sofisticado. También con un tratamiento clásico, representa un vehículo más digno que su predecesora para las ideas del autor sobra la relación entra el poder y la ciencia.
Acá del Tiempo comienza con el descubrimiento en una cueva del Perú de una enorme máquina pensante la cual es la depositaria del conocimiento de una raza no humana que se extinguió hace más de 33 millones de años. Construida por los últimos representantes de esa raza como un compendio del fruto de su pensamiento para las futuras inteligencias, sondea las mentes de los sabios que actualmente aparecen antes de entregar a ellos su contribución. Estos sabios traman el destronamiento de la Administración Integrada que gobierna la Tierra en el siglo XXII; su intención es instalar un régimen de acuerdo a los dictados de la máquina. La máquina es claramente un regalo envenenado: excede largamente la capacidad de la mente de los hombres que la usan; y aún sus constructores sabían que ellos habían creado un monstruo -o un mito- y dejan una alerta sobre esto antes de expirar. La destrucción de la máquina por medio de una bomba atómica sobrante desde la Ultima Guerra Mundial, entrega una conclusión clínica a esta historia acerca de un mecanismo todopoderoso y sin limitantes. Montero en también el autor de un cierto número de relatos cortos, ocho de los cuales aparecen en No Morir (1971). El más interesante, "De Regreso" (1967), narra el descubrimiento por tres astronautas en Júpiter de una réplica de París, con todos sus habitantes y monumentos. En su retorno a la Tierra, encuentran el planeta devastado por una guerra atómica y sólo pueden retornar a Júpiter, donde los parisinos, justo antes que la bomba explotase, se reubicaron a través del poder colectivo de sus mentes. "Este Abismo" es el monólogo de un astronauta el cual en el único pasajero de una nave que atraviesa el vacío intergaláctico. Este relato pertenece a la vena íntima del autor, como también lo hace Acá del Tiempo, y "Los Lamentos", una corta historia acerca de la última noche de una pequeña niña que percibe el sufrimiento de la naturaleza antes de la destrucción final. Las historias cortas de Montero son de un gran mérito; las diferencias entre ellas son tan marcadas como entre ambas novelas. De cualquier forma, lo mejor de tu trabajo demuestra un notable progreso y hace lamentar que no haya publicado nada desde los primeros años de los 70.
3. En Armando Menedín y Elena Aldunate Bezanilla, encontramos a dos autores que han hecho una pequeña contribución al género; pero ello no ha sido sin talento. Nacido en Argentina, a la cual retornó en 1973, Menedín vivió por largo tiempo en Chile, donde gran parte de su trabajo fue escrito. Es un escritor puro, novelista y contador de historias, pero más que nada un dramaturgo engangé. Su cuento "Laura" (1963) es una Crónica Marciana en forma de poema en prosa: atravesando loa canales subterráneos de Marte, con sus curiosidades minerales y enjambres de mariposas gigantes para encontrar un verdadero remolino de color y sonido. Su principal trabajo, sin embargo, es su novela corta La Crucifixión de los magos (1966), un barroco e irónico trabajo situado en Phobos, que sirve como satélite penitenciario donde cientos de exiliados vegetan, reducidos a un estado tribal y predestinados a una muerte lenta en la rarificada atmósfera. Entonces llega un mago que conoce cómo conjurar imágenes en espejos y que se hace amigo de un viejo ilusionista. Este último no es capaz de salvar al mago de ser apedreado cuando, después de mostrar a los exiliados imágenes de su infancia, se niega a realizarlo a su antojo. Sin embargo, él les prometió liberación, y, de hecho, una nave que viene a buscarlo anuncia el inminente cierre de la penitenciaría.
Aldunate (n. 1923) es también una escritora pura que ha trabajado en otras áreas. Con un elaborado estilo y gran sensibilidad, comienza a publicar CF en los años 60. Su relato "La Bella Durmiente" (1976) típicamente ejemplifica tu filosofía pacifista: una mujer que se encontraba en estado de hibernación es vuelta a la vida por una civilización que ha logrado un perfecto estado de equilibrio y serenidad, y en el cual ella reintroduce el miedo y la ansiedad del siglo veinte. En su novela Del Cosmos las quieren vírgenes (1977) imagina -bajo la influencia de Star Begotten (1937) de H.G. Wells o The Midwich Cuckoos de John Wyndham- unas benevolentes mariposas extraterrestres que provocan el nacimiento de mutantes pacifistas para que salven a la humanidad. Aquí, sin embargo, la autora cae en la trampa del sentimentalismo que evitó en “Angélica y el delfín” (1976), la historia de un encuentro entra una joven y un delfín inteligente.
4. Si la tradición en CF en Chile recién comienza con el advenimiento de Correa, seguido por Montero, Menedín, y muchos otros, puede decirse que su aspecto más destacable es su pobreza cuantitativa. Aquí encontramos todo el drama de un movimiento que no ha sido capaz de crecer por falta de una salida. La mayoría de los autores chilenos interesados en escribir CF nunca han publicado un libro -lo cual sugiere que un gran número de manuscritos permanecen inéditos. Hablar, por tanto, de una Época de Oro ("Golden Age") de la CF chilena puede sonar irónico. Y, sin embargo, dentro de sus límites, existió entre 1959 y 1975, se publicó la gran mayoría de la CF que poseemos. También, en 1967 una pequeña revista de CF llamada Espacio-Tiempo que fue creada como un intento de revivir desde el otro lado de los Andes el espíritu de Más Allá, una publicación argentina que, entre 1953 y 1957, dio a conocer la CF tanto en Latinoamérica como en España. Los dos únicos números de Espacio-Tiempo incluyeron, junto con los inevitables escritores norteamericanos, tres chilenos: Correa, Montero y Aldunate. Podría haber sido el catalizador para el género en Chile, pero fracasó por la indiferencia de su editor. A pesar de ello existen contribuciones aisladas, las cuales, por cierto, han entregado su aporte a la CF chilena.
Primero tenemos dos pequeñas colecciones de 13 relatos dignas de mencionarse. La menos interesante de ambas, ¡Uranidas, Go Home! (1966) por René Peri Fagerstrom, contiene historias principalmente irónicas o humorísticas, pero superficiales. Podemos destacar "Hoy, Gran Match Intersolar", una sátira a los deportes en una escala interplanetaria, y "De Profundis", acerca de las desventuras de una compañía constructora de túneles la cual descubre que el mundo es hueco antes que sus habitantes los expulsen a través de un volcán activo.
La segunda antología, La Tierra Dormida (1969) por Ilda Cádiz Avila comprende principalmente una serie de estremecedoras viñetas. "Una Pequeña Muestra", por ejemplo, evoca a un visitante extraterrestre buscando por un objeto en las ruinas de la Tierra para usarlo en la reparación de algo. "Final de un sueño" es un monólogo de un superviviente del planeta Olberc, cuyo asteroide fue alcanzado por fragmentos da la Tierra. "Nostalgia" tiene como héroes a dos adolescentes, que viven en un gigantesco satélite artificial en el cual la vida y la civilización han buscado refugio, y sueñan con volver a la devastada Tierra. Finalmente "Los Seres de los Andes", la única historia larga, es 1a crónica de los sobrevivientes de una nueva era glacial que buscan refugio en cavernas en los Andes.
En todos los países existen escritores que consienten momentáneamente en dejar la "literatura" por la CF. En Chile, dicho escritor es Miguel Arteche poeta y novelista, un maestro del lenguaje de Castilla. Su novela El Cristo Hueco (1969) está ubicada dos siglos adelante, varías décadas después de que una guerra de seis meses ha destrozado el planeta y aún el espacio exterior. Usando armas atómicas, químicas y bacteriológicos, el hemisferio sur ha abrumado al norte. Muchas ciudades europeas están aún en ruinas, y Roma, junto con el Papado, no es nada más que un recuerdo. Sobre estas cenizas se construye el Estado del Nuevo Mundo y la Nueva Iglesia, las cuales son aliadas. El primero ha instalado un duro y autoritario régimen, mientras el último se ha reformado al punto de permitir el divorcio y codificar el adulterio. Ambos entregan a la humanidad un ideal de vida que es puramente materialista, y en donde todos los opositores son excomulgados y cazados como parias. Sin embargo, los oponentes se hacen más y más numerosos, y comienzan a ganar influencia, lo cual solo hace que la opresión se incremente. En esta situación el régimen comienza a vacilar -y es la historia de su caída lo fundamental de la trama.
El punto de comienzo de la historia es un hombre muerto, Manuel, un hereje que el Nuevo Estado ha ordenado eliminar y cuyo fantasma es en la práctica el personaje principal. El poder temporal reacciona muy violentamente contra tan insignificante individuo, aún si consideramos que éste posee poderes parapsicológicos; sus cenizas son dispersadas para evitar hacer de él un mártir. Se ordena una investigación, en apariencia para descubrir al asesino, pero en realidad para resolver el misterio de Manuel. El investigador es el Inspector Martín, del Directorio de Seguridad del Mundo, un ex-rebelde que se ha unido al Estado Nuevo. Este viaja a la caza del Arcipreste Humberto, quien antes de denunciar a Manuel oficiara como su protector, y que ahora conocedor de los secretos de los dos poderes es un prelado bajo sospecha. Donde Humberto, Martín conoce a Antonio, gobernador del Pacífico Sur, encargado de llevar a la práctica las políticas del régimen, pero sin convicción en su labor. Es también el amante oficial de Magdalena, esposa del Capitán Sinker, ganado secretamente para los parias después de una insurrección en Marte. Todos estos personajes se desenvuelven en una atmósfera de conspiración, revelándose cada uno de ellos a los demás.
Uno de los instrumentos usados en la investigación es la Pantalla, un dispositivo que registra y es capaz de reproducir, cualquier cosa que ocurra alrededor de él. Instalado obligatoriamente en las casas de todos los funcionarios representantes del poder espiritual y temporal, resulta un valioso medio de control -si no es engañado. Así los detalles íntimos acerca de los presentes, aún del hombre muerto, son conocidos. Pero en la práctica, lo que la investigación revela es el avanzado estado de desintegración social y espiritual. No requiere mucho trabajo verificar que el inspector es culpable, el cual comete suicidio cuando el régimen se desmorona. Juntos los personajes nos llevan por un paseo por la Tierra donde el poder combinado del Estado y la Iglesia ha hecho de la satisfacción de las necesidades humanas su propósito supremo. "Cristo", dice el Inspector Martín, “se convirtió, entonces, lenta pero inexorablemente, en un dispensador de cosas materiales, y para esto hubo que eliminar cualquier detalle que en él trajera recuerdos del sufrimiento. El poder del Nuevo Estado, el poder temporal mintió y desterró en nombre de un Cristo aséptico, y luego vendió una máscara de libertad, y esa máscara contradijo, para los que no la aceptaban, lo que en esencia significaba la cruz: amor a través del sufrimiento" (3).
Lo que Arteche narra es simplemente un recontar de la aventura en las catacumbas. Lo que está expresando a través del carismático Manuel es la aparición de un nuevo San Pedro (más brillante que el primero). Lo que está exaltando es la Iglesia en su pureza primitiva, opuesta aquella con compromisos con los tiempos y el poder del dinero. Tal novela cae maravillosamente en el ultra-católico contexto de Latinoamérica, y no es única a la CF de dichos países. Este retorno al "espíritu de las catacumbas" que el autor invoca como un remedio al incesante aumento del materialismo en nuestra civilización, mientras es un homenaje a los evangelistas, es también una crítica a la iglesia ya contaminada. El "Cristo vacío" es un llamado de alerta: el autor tiene una idea de la Cristiandad y está predicando por ella en su parroquia. Un muy bello sermón, magníficamente escrito y orquestado pero, hay que reconocerlo, un poco largo; y esta densidad no aligera una atmósfera turbia y sofocante -y no menos repelente de lo que intencionalmente fue hecha.
5. Finalmente veamos otras novelas de los 70. La primera, Extraña Invasión (1970) por Robert von Bennewitz, ejemplifica cómo no se debe escribir CF. Narra el descubrimiento, en el centro de los Andes, de una desconocida especie de escorpiones enormes. Como era de esperar, algunos ejemplares son retirados con intenciones de domesticarlos. Pasa poco tiempo antes de que escapen y proliferen, colocando en peligro a la civilización si no son eliminados hasta el último ejemplar. Largo, pesado, didáctico y aburrido, el libro solo es interesante desde un punto de vista bibliográfico.
La segunda, en cambio, La Luna para el que la trabaja (1973) de Carlos Ruiz-Tagle es humorística y breve. Más que una novela, es una colección de cartas y documentos varios concernientes a la conquista del espacio por Chile en un futuro cercano. Si consideramos que el lado más destacado de este trabajo en el satírico, se tiene que queda dedicado fundamentalmente al consumo interno; en efecto, numerosas alusiones son efectivamente inaccesibles a un extranjero. En cualquier caso, aunque simpático en los objetivos que se propone, Ruiz-Tagle es superficial.
No puede decirse lo mismo de Mañana hacia el ayer (1975) del director de cine, compositor y virtuoso José Bohr. Puede ser considerado como cierre de la Época de Oro de la CF chilena. No es que la publicación de CF haya cesado completamente desde entonces; pero podamos considerar a Bohr como el último autor nuevo que ha publicado un libro en esta área. Bohr toma una idea ya utilizada por el autor norteamericano George Alland England en The Elixir of Hate (El elixir del odio,1911), y también por su compatriota Ilda Cádiz en "Cuenta regresiva" (1969). Su largo, moderado libro en una especie de crónica de los años 1903-35, y se centra en Julius Drive, un hombre que retorna a su juventud. Comenzando a los 71 años, recupera lentamente su vigor, su virilidad, y un nuevo conjunto (natural) de dientes; y parte a buscar fortuna en América. Al mismo tiempo adquiere el don de la profecía: predice la muerte de Eduardo VII, observa el fin del Titanic, y está presente en el asesinato del archiduque Fernando en Sarajevo.
El misterio de su condición le es revelado en 1910, cuando un habitante de Galas, el más poderoso planeta de la galaxia, le cuenta que ha sido seleccionado para prevenir a la humanidad de los peligros. Colocando sus dotes proféticos al servicio de su país (Gran Bretaña), deja Europa en una misión diplomática para tratar de parar la próxima guerra. A despecho de las contrariedades, continua su misión, mientras avanza desde la mediana edad hacia la adolescencia y luego hacia la infancia. Sin haber logrado su misión, muere de joven en 1937. Sin embargo, su vida en reversa no es vista como una carrera contra el tiempo. Más que la misión de Julius Drive, es su actitud con respecto su rejuvenecimiento lo importante: el redescubrimiento de la pasión, la aventura, su vitalidad. El sujeto de la novela es una historia profundamente humana, vívida y contada en una manera personal casi independiente de su misión. Y cuando Julius Drive muere, el incidente de la llegada de su alma a Galas, donde, gracias a la ciencia de sus habitantes, vivirá eternamente, resulta ser uno de los más importantes. La moraleja de esta novela eminentemente individualista: viva su vida para Ud. mismo, no para el mundo. ¿Qué más hay de CF chilena después de esta última contribución a una (relativamente hablando) Época de Oro? Solo Aldunate y Correa han mostrado alguna actividad. Además, la última novela fue publicada muy recientemente -y en España, como fue también el caso de Arteche. La discrepancia en el tratamiento de un autor de CF vs. uno del "mainstream" (corriente principal de la literatura) dice bastante acerca del estado del mercado en Chile. ¿Qué ha sido de los otros escritores de CF? ¿Cuántos manuscritos permanecen aún sin publicar? Carente no solo del soporte de editores, sino también de un grupo especializado, la CF chilena no es nada más que un recuerdo. Espacio-Tiempo no tuvo tiempo para establecer un núcleo significativo de aficionados. Sólo en Santiago existe un club donde algunos se reúnen, pero no existe actividad editorial. La crisis económica y política ha relegado la CF chilena a los últimos lugares. Se merece algo mejor. Esperemos un renacimiento en un futuro cercano.
Notas
(1) Este ensayo apareció originalmente en la revista francesa Antarès, 7 (1982:121-27). En lengua inglesa se publicó en la revista Science-Fiction Studies,Vol. II (1984, 181-89), traducido por Lynette Stokes, Laird Stevens y RMP. La versión en castellano se realizó a partir de esta última, en el fanzine chileno Nadir, 4 (1987, 12-19), traducido por Moisés Hassón C., “con mucha audacia y poca experiencia”, según sus propias palabras.
(2) Diecisiete fueron publicados como una colección titulada Cuando Pilatos se Opuso (1971). Doce de estas historias conforman una edición completa de la revista española Nueva Dimensión, 33 (1972)
(3) Miguel Arteche, El Cristo Hueco (Barcelona; Ed. Pomaire, 1969), 24:251.
© 1982 by Antarès
© 1984 by Science-Fiction Studies
© De la traducción, 1987 by Moisés Hassón
Entonces bruscamente, en 1959, aparece no sólo una novela sino también un escritor, Hugo Correa, el cual ha resultado el mejor y más prolífico de su país con una producción de cinco libros de CF. Esto puede no parecer mucho para un período de 22 años, pero tratándose de Latinoamérica y de un escritor no profesional, resulta serlo. Correa (n. 1926) es el único escritor chileno de CF que puede exhibir una audiencia internacional: sus historias han sido no sólo publicadas en España, sino que también han sido traducidas al alemán, inglés, francés, portugués y sueco. De todos los chilenos que han contribuido al género, es el único que puede considerarse como un autor de CF. Ninguno de los demás, en realidad, ha escrito más de tres libros, de allí su importancia en este estudio.
La primera novela de Correa, Los Altísimos (1959), en alguna medida prefigura al Clarke de Encuentro con Rama (Rendezvous with Rama, 1973) por el hecho de describir literariamente en forma extensa el interior de un mundo artificial sin introducir ninguna acción real. También trae a la memoria otra novela de Clarke, El fin de la infancia (Childhood’s End, 1953) porque refleja el destino de las personas como un juguete de desconocidas entidades cósmicas. Es uno de los grandes clásicos modernos de la CF latinoamericana.
Los Altísimos narra la historia de un terrestre cuyo destino se enlazado accidentalmente al de los habitantes de Cronn. Cronn es un mundo, de un diámetro de 33.0000 kilómetros, que oculta dentro de su estéril superficie ocho planetas concéntricos. Estos son de igual tamaño, con continentes simétricos; todos poseen habitantes en su superficie cóncava, con excepción de uno. Por millones de años Cronn ha estado atravesando las galaxias a la velocidad de la luz, en una búsqueda que los cronnianos mismos no entienden.
El terrestre debe ajustarse junto a los 10.000 millones de habitantes de este perfectamente estandarizado mundo, donde los ciudadanos nada poseen, son constantemente vigilados, y no pueden permanecer en un mismo departamento por más de un día; donde el matrimonio es desconocido y las relaciones que duran más de un día están prohibidas; donde las mujeres son creadas genéticamente estériles y la reproducción es realizada en gigantescas incubadoras. El protagonista piensa, en un comienzo, que este mundo está ubicado al interior de la Tierra, pero progresivamente descubre su verdadera naturaleza.
Eventualmente descubre que los verdaderos jefes de Cronn no son los Técnicos, robotizados cronnianos que controlan todo, sino los Superiores, entidades cuasi-divinas que han elegido a loa cronnianos para que los acompañen en su peregrinación. Invisibles pero inmanentes, son ellos los que construyeron este mundo al cual invitaron a los cronnianos después que su sol hubo explotado. En muchas ocasiones los cronnianos se han revelado contra sus maestros, los cuales los castigan periódicamente; y uno de los puntos altos de la novela concierne al diezmamiento -por medio de una lluvia de billones de cadáveres de un castigo anterior, entonces enviados al espacio y ahora "reciclados"- de la población reunida en la superficie.
La idea central de Los Altísimos es el de una humanidad encerrada en un planeta prisión, que no es dueña de su destino; aunque en la práctica no esté cercana a la humanidad terrestre, siempre existe la posibilidad de que ello ocurra. El libro es también una ominosa sátira a la sociedad comunista llevada al límite de la desindividualización. Literariamente considerada la historia es tratada como la evolución de un enigma en sucesivas etapas, las cuales llevan a nuevos enigmas, ellos mismos insolubles. Y no es menor el mérito del autor haber sido capaz de realizar este grandioso trabajo como una apasionante y atrapante historia.
Desde 1959 a 1968 Correa publicó numerosos trabajos cortos (2). Uno de ellos es su novela corta Alguien Mora en el viento, que apareció en 1959 como un pequeño libro y que ha resultado ser una de las obras maestras del autor. Es la historia de dos astronautas, cuya cápsula de rescate termina varada en una de las islas vegetales que flotan a través del violento y nocivo viento de Venus. Dentro de una de ellas, encuentran una terrestre nacida de una pareja cuya nave naufragó allí más de 15 años atrás. Pero también se ven enfrentados con presencias invisibles las cuales rondan las tempestades. Estas no se manifiestan materialmente, pero son capaces de reducir a una persona a una edad avanzada, mientras aceptan que otras permanezcan jóvenes. Aparte del original e imaginativo armazón, esta novela es notable por su atmósfera de dos tonos y por los caracteres humanos de la aventura, algo que es común con la mayoría de los otros trabajos del autor. Al mismo tiempo aparece con una serie de otras historias del mismo tamaño, en contraste a toda una serie de cuentos breves en los cuales Correa muestra su humor negro -un contraste que demuestra su eclecticismo.
La segunda novela de Correa, El que merodea en la lluvia (1961), propone un enigma de origen cósmico: una criatura de otro mundo cae al nuestro, pero en un contexto no convencional, el campo chileno. Infortunadamente, este trabajo está cargado con una serie de diálogos redundante y poco interesantes, con "flash-back" a una triste trama concerniente a personajes inconsistentes. Todo ello banaliza un tema, que, no siendo original, es singularmente evocativo. Cerca de un cráter formado por la caída de un cohete ruso, una presencia se manifiesta en días lluviosos como un intenso frío y un olor a fango. Llegado desde un envase de muestras lunares, el cual fue recuperado vacío, provoca el interés de variadas personas, algunas de las cuales, pensando enriquecerse, son encontradas sofocadas en el fango. Pero si la cosa solo viene a la vida en presencia de agua, permanece consciente aún en su estado latente y es capaz de influenciar mentes humanas. Así fuerza a los técnicos rusos a una maniobra equivocada que causa la caída del cohete; y elige un ser humano, Salvador, para que lo acompañe en su misión de dominación. ¿Cómo? El lector no encontrará nada que descubra la real naturaleza del Rondador. Tal vaguedad lleva a un final muy místico, pero que no justifica la extensión del libro.
Los Títeres (1969) sin ser una novela, posee una unión novelística. La colección de cuatro historias está centrada alrededor de los trastornos sociales existentes desde que se han generalizado los robots personalizados y teledirigidos. Provistos con un casco capaz no solo de transmitir visión y sonido sino también tacto y olfato, tales robots, independiente de quien les esté dando las órdenes, hacen que se pueda realizar con este dispositivo aquello que puede efectuarse presente en carne y hueso. Cada historia presenta un aspecto de esta revolución, en "Alter Ego" un hombre comete "suicidio" a través de su doble, mientras "El Veraneante" enfoca en el anonimato y la negación de los Otros que estos simulacros tienden a favorecer. Las otras dos historias en Los Títeres son realmente novelas cortas que entregan cada una un amplio panorama. "El mundo del tío Roberto" describe una civilización donde las personas permanecen en sus hogares mientras las calles con ocupadas con muñecos (los cuales a menudo se ven más jóvenes que sus propietarios) y donde grupos organizados conducen una lucha contra los robots. "El Hombre Prohibido" cuenta las consecuencias de una conspiración por medio de la cual oponentes al gobierno serán reemplazados bajo la cubierta de robots. El libro como un todo, con su inspiración en los acontecimientos terrestres, es un ejemplo de CF sociológica, describiendo en una forma que es a la vez lógica e inquietante una civilización que ha elegido vivir por representación. La última novela publicada a la fecha por Correa, El Nido de las Furias (1981), es algo así como un evento dado que marca el retorno al género luego de un silencio de diez años. Nos presenta un imaginario país en América Latina regido por un general cuyo origen aparece ligado a gigantescos edificios dejados por pueblos prehistóricos. Combinando hábilmente una serie de "flash-backs" con un despliegue de una deteriorada situación política, el autor insinúa cómo un ser extraterrestre realizó un pacto hace largo tiempo con esta gente, y luego la destruyó cuando fue traicionada. De vuelta a la Tierra el extraterrestre impregna una virgen la cual dio a luz al tirano cuya carrera es contada hasta el momento de su desaparición -o más bien su fusión con su progenitor. Como en sus novelas previas y en Alguien Mora en el Viento, Correa permanece fiel a su gusto por el misterio unido a la metafísica y a los símbolos del Cristianismo. Rehusando caer en la trampa del antropomorfismo o de "Grand-Guignol", prefiere dejar tus historias con finales vagos o aún renunciar a é1 de forma tal de no despertar en sus lectores un falso sentido de confianza, que es en parte el caso de El Nido de las Furias. Es cierto que hay más que esto en su trabajo. No obstante, podríamos preguntamos si la idea de que lo incognoscible domina la vida humana justifica el tipo de autocensura que Correa utiliza en la imaginación la cual, por ejemplo, en sus historias humorísticas, él ha explotado de manera brillante y poética. Este es el dilema que revela su trabajo cuando es demasiado serio.
2. Si existe en Chile un segundo autor de CF, este no puede ser otro que Antonio Montero Abt, el cual infortunadamente parece haber cesado toda actividad después de producir tres volúmenes. Como los dos que le siguieron, el primer libro, Los Superhomos (1963), apareció bajo el seudónimo de Antoine Montagne -un signo de su francofilia. Los Superhomos, una muy clásica novela de construcción lineal y extremadamente simple, describe a 30 criminales cuyo tratamiento rehabilitatorio los transforma en genios entregándoles, además, poderes parapsicológicos. Motivados por un impersonal sentido de la justicia, deploran la caótica y cruel visión que su super-telescopio les permite ver en otras especies inteligentes en la galaxia. Proponen a la humanidad que ellos se encarguen de conquistarlos y establecer el orden perfecto: la Tierra deberá entregar las tropas y ellos su inteligencia. Seguros de sus métodos coercitivos que una humanidad despreciada no podrá negar, comienzan sus preparativos; y su cruzada galáctica podría haberse realizado si la nave espacial que los transportaba no hubiera sido preparada con una trampa que los envió a una dimensión sin retorno. Aunque algo pasada de moda y falta de originalidad, la historia resulta creíble y sin pretensiones. En un nivel superior se encuentra Acá del tiempo (1969). En ella se explota una variante del tema de Los Superhomos, pero de un modo más sofisticado. También con un tratamiento clásico, representa un vehículo más digno que su predecesora para las ideas del autor sobra la relación entra el poder y la ciencia.
Acá del Tiempo comienza con el descubrimiento en una cueva del Perú de una enorme máquina pensante la cual es la depositaria del conocimiento de una raza no humana que se extinguió hace más de 33 millones de años. Construida por los últimos representantes de esa raza como un compendio del fruto de su pensamiento para las futuras inteligencias, sondea las mentes de los sabios que actualmente aparecen antes de entregar a ellos su contribución. Estos sabios traman el destronamiento de la Administración Integrada que gobierna la Tierra en el siglo XXII; su intención es instalar un régimen de acuerdo a los dictados de la máquina. La máquina es claramente un regalo envenenado: excede largamente la capacidad de la mente de los hombres que la usan; y aún sus constructores sabían que ellos habían creado un monstruo -o un mito- y dejan una alerta sobre esto antes de expirar. La destrucción de la máquina por medio de una bomba atómica sobrante desde la Ultima Guerra Mundial, entrega una conclusión clínica a esta historia acerca de un mecanismo todopoderoso y sin limitantes. Montero en también el autor de un cierto número de relatos cortos, ocho de los cuales aparecen en No Morir (1971). El más interesante, "De Regreso" (1967), narra el descubrimiento por tres astronautas en Júpiter de una réplica de París, con todos sus habitantes y monumentos. En su retorno a la Tierra, encuentran el planeta devastado por una guerra atómica y sólo pueden retornar a Júpiter, donde los parisinos, justo antes que la bomba explotase, se reubicaron a través del poder colectivo de sus mentes. "Este Abismo" es el monólogo de un astronauta el cual en el único pasajero de una nave que atraviesa el vacío intergaláctico. Este relato pertenece a la vena íntima del autor, como también lo hace Acá del Tiempo, y "Los Lamentos", una corta historia acerca de la última noche de una pequeña niña que percibe el sufrimiento de la naturaleza antes de la destrucción final. Las historias cortas de Montero son de un gran mérito; las diferencias entre ellas son tan marcadas como entre ambas novelas. De cualquier forma, lo mejor de tu trabajo demuestra un notable progreso y hace lamentar que no haya publicado nada desde los primeros años de los 70.
3. En Armando Menedín y Elena Aldunate Bezanilla, encontramos a dos autores que han hecho una pequeña contribución al género; pero ello no ha sido sin talento. Nacido en Argentina, a la cual retornó en 1973, Menedín vivió por largo tiempo en Chile, donde gran parte de su trabajo fue escrito. Es un escritor puro, novelista y contador de historias, pero más que nada un dramaturgo engangé. Su cuento "Laura" (1963) es una Crónica Marciana en forma de poema en prosa: atravesando loa canales subterráneos de Marte, con sus curiosidades minerales y enjambres de mariposas gigantes para encontrar un verdadero remolino de color y sonido. Su principal trabajo, sin embargo, es su novela corta La Crucifixión de los magos (1966), un barroco e irónico trabajo situado en Phobos, que sirve como satélite penitenciario donde cientos de exiliados vegetan, reducidos a un estado tribal y predestinados a una muerte lenta en la rarificada atmósfera. Entonces llega un mago que conoce cómo conjurar imágenes en espejos y que se hace amigo de un viejo ilusionista. Este último no es capaz de salvar al mago de ser apedreado cuando, después de mostrar a los exiliados imágenes de su infancia, se niega a realizarlo a su antojo. Sin embargo, él les prometió liberación, y, de hecho, una nave que viene a buscarlo anuncia el inminente cierre de la penitenciaría.
Aldunate (n. 1923) es también una escritora pura que ha trabajado en otras áreas. Con un elaborado estilo y gran sensibilidad, comienza a publicar CF en los años 60. Su relato "La Bella Durmiente" (1976) típicamente ejemplifica tu filosofía pacifista: una mujer que se encontraba en estado de hibernación es vuelta a la vida por una civilización que ha logrado un perfecto estado de equilibrio y serenidad, y en el cual ella reintroduce el miedo y la ansiedad del siglo veinte. En su novela Del Cosmos las quieren vírgenes (1977) imagina -bajo la influencia de Star Begotten (1937) de H.G. Wells o The Midwich Cuckoos de John Wyndham- unas benevolentes mariposas extraterrestres que provocan el nacimiento de mutantes pacifistas para que salven a la humanidad. Aquí, sin embargo, la autora cae en la trampa del sentimentalismo que evitó en “Angélica y el delfín” (1976), la historia de un encuentro entra una joven y un delfín inteligente.
4. Si la tradición en CF en Chile recién comienza con el advenimiento de Correa, seguido por Montero, Menedín, y muchos otros, puede decirse que su aspecto más destacable es su pobreza cuantitativa. Aquí encontramos todo el drama de un movimiento que no ha sido capaz de crecer por falta de una salida. La mayoría de los autores chilenos interesados en escribir CF nunca han publicado un libro -lo cual sugiere que un gran número de manuscritos permanecen inéditos. Hablar, por tanto, de una Época de Oro ("Golden Age") de la CF chilena puede sonar irónico. Y, sin embargo, dentro de sus límites, existió entre 1959 y 1975, se publicó la gran mayoría de la CF que poseemos. También, en 1967 una pequeña revista de CF llamada Espacio-Tiempo que fue creada como un intento de revivir desde el otro lado de los Andes el espíritu de Más Allá, una publicación argentina que, entre 1953 y 1957, dio a conocer la CF tanto en Latinoamérica como en España. Los dos únicos números de Espacio-Tiempo incluyeron, junto con los inevitables escritores norteamericanos, tres chilenos: Correa, Montero y Aldunate. Podría haber sido el catalizador para el género en Chile, pero fracasó por la indiferencia de su editor. A pesar de ello existen contribuciones aisladas, las cuales, por cierto, han entregado su aporte a la CF chilena.
Primero tenemos dos pequeñas colecciones de 13 relatos dignas de mencionarse. La menos interesante de ambas, ¡Uranidas, Go Home! (1966) por René Peri Fagerstrom, contiene historias principalmente irónicas o humorísticas, pero superficiales. Podemos destacar "Hoy, Gran Match Intersolar", una sátira a los deportes en una escala interplanetaria, y "De Profundis", acerca de las desventuras de una compañía constructora de túneles la cual descubre que el mundo es hueco antes que sus habitantes los expulsen a través de un volcán activo.
La segunda antología, La Tierra Dormida (1969) por Ilda Cádiz Avila comprende principalmente una serie de estremecedoras viñetas. "Una Pequeña Muestra", por ejemplo, evoca a un visitante extraterrestre buscando por un objeto en las ruinas de la Tierra para usarlo en la reparación de algo. "Final de un sueño" es un monólogo de un superviviente del planeta Olberc, cuyo asteroide fue alcanzado por fragmentos da la Tierra. "Nostalgia" tiene como héroes a dos adolescentes, que viven en un gigantesco satélite artificial en el cual la vida y la civilización han buscado refugio, y sueñan con volver a la devastada Tierra. Finalmente "Los Seres de los Andes", la única historia larga, es 1a crónica de los sobrevivientes de una nueva era glacial que buscan refugio en cavernas en los Andes.
En todos los países existen escritores que consienten momentáneamente en dejar la "literatura" por la CF. En Chile, dicho escritor es Miguel Arteche poeta y novelista, un maestro del lenguaje de Castilla. Su novela El Cristo Hueco (1969) está ubicada dos siglos adelante, varías décadas después de que una guerra de seis meses ha destrozado el planeta y aún el espacio exterior. Usando armas atómicas, químicas y bacteriológicos, el hemisferio sur ha abrumado al norte. Muchas ciudades europeas están aún en ruinas, y Roma, junto con el Papado, no es nada más que un recuerdo. Sobre estas cenizas se construye el Estado del Nuevo Mundo y la Nueva Iglesia, las cuales son aliadas. El primero ha instalado un duro y autoritario régimen, mientras el último se ha reformado al punto de permitir el divorcio y codificar el adulterio. Ambos entregan a la humanidad un ideal de vida que es puramente materialista, y en donde todos los opositores son excomulgados y cazados como parias. Sin embargo, los oponentes se hacen más y más numerosos, y comienzan a ganar influencia, lo cual solo hace que la opresión se incremente. En esta situación el régimen comienza a vacilar -y es la historia de su caída lo fundamental de la trama.
El punto de comienzo de la historia es un hombre muerto, Manuel, un hereje que el Nuevo Estado ha ordenado eliminar y cuyo fantasma es en la práctica el personaje principal. El poder temporal reacciona muy violentamente contra tan insignificante individuo, aún si consideramos que éste posee poderes parapsicológicos; sus cenizas son dispersadas para evitar hacer de él un mártir. Se ordena una investigación, en apariencia para descubrir al asesino, pero en realidad para resolver el misterio de Manuel. El investigador es el Inspector Martín, del Directorio de Seguridad del Mundo, un ex-rebelde que se ha unido al Estado Nuevo. Este viaja a la caza del Arcipreste Humberto, quien antes de denunciar a Manuel oficiara como su protector, y que ahora conocedor de los secretos de los dos poderes es un prelado bajo sospecha. Donde Humberto, Martín conoce a Antonio, gobernador del Pacífico Sur, encargado de llevar a la práctica las políticas del régimen, pero sin convicción en su labor. Es también el amante oficial de Magdalena, esposa del Capitán Sinker, ganado secretamente para los parias después de una insurrección en Marte. Todos estos personajes se desenvuelven en una atmósfera de conspiración, revelándose cada uno de ellos a los demás.
Uno de los instrumentos usados en la investigación es la Pantalla, un dispositivo que registra y es capaz de reproducir, cualquier cosa que ocurra alrededor de él. Instalado obligatoriamente en las casas de todos los funcionarios representantes del poder espiritual y temporal, resulta un valioso medio de control -si no es engañado. Así los detalles íntimos acerca de los presentes, aún del hombre muerto, son conocidos. Pero en la práctica, lo que la investigación revela es el avanzado estado de desintegración social y espiritual. No requiere mucho trabajo verificar que el inspector es culpable, el cual comete suicidio cuando el régimen se desmorona. Juntos los personajes nos llevan por un paseo por la Tierra donde el poder combinado del Estado y la Iglesia ha hecho de la satisfacción de las necesidades humanas su propósito supremo. "Cristo", dice el Inspector Martín, “se convirtió, entonces, lenta pero inexorablemente, en un dispensador de cosas materiales, y para esto hubo que eliminar cualquier detalle que en él trajera recuerdos del sufrimiento. El poder del Nuevo Estado, el poder temporal mintió y desterró en nombre de un Cristo aséptico, y luego vendió una máscara de libertad, y esa máscara contradijo, para los que no la aceptaban, lo que en esencia significaba la cruz: amor a través del sufrimiento" (3).
Lo que Arteche narra es simplemente un recontar de la aventura en las catacumbas. Lo que está expresando a través del carismático Manuel es la aparición de un nuevo San Pedro (más brillante que el primero). Lo que está exaltando es la Iglesia en su pureza primitiva, opuesta aquella con compromisos con los tiempos y el poder del dinero. Tal novela cae maravillosamente en el ultra-católico contexto de Latinoamérica, y no es única a la CF de dichos países. Este retorno al "espíritu de las catacumbas" que el autor invoca como un remedio al incesante aumento del materialismo en nuestra civilización, mientras es un homenaje a los evangelistas, es también una crítica a la iglesia ya contaminada. El "Cristo vacío" es un llamado de alerta: el autor tiene una idea de la Cristiandad y está predicando por ella en su parroquia. Un muy bello sermón, magníficamente escrito y orquestado pero, hay que reconocerlo, un poco largo; y esta densidad no aligera una atmósfera turbia y sofocante -y no menos repelente de lo que intencionalmente fue hecha.
5. Finalmente veamos otras novelas de los 70. La primera, Extraña Invasión (1970) por Robert von Bennewitz, ejemplifica cómo no se debe escribir CF. Narra el descubrimiento, en el centro de los Andes, de una desconocida especie de escorpiones enormes. Como era de esperar, algunos ejemplares son retirados con intenciones de domesticarlos. Pasa poco tiempo antes de que escapen y proliferen, colocando en peligro a la civilización si no son eliminados hasta el último ejemplar. Largo, pesado, didáctico y aburrido, el libro solo es interesante desde un punto de vista bibliográfico.
La segunda, en cambio, La Luna para el que la trabaja (1973) de Carlos Ruiz-Tagle es humorística y breve. Más que una novela, es una colección de cartas y documentos varios concernientes a la conquista del espacio por Chile en un futuro cercano. Si consideramos que el lado más destacado de este trabajo en el satírico, se tiene que queda dedicado fundamentalmente al consumo interno; en efecto, numerosas alusiones son efectivamente inaccesibles a un extranjero. En cualquier caso, aunque simpático en los objetivos que se propone, Ruiz-Tagle es superficial.
No puede decirse lo mismo de Mañana hacia el ayer (1975) del director de cine, compositor y virtuoso José Bohr. Puede ser considerado como cierre de la Época de Oro de la CF chilena. No es que la publicación de CF haya cesado completamente desde entonces; pero podamos considerar a Bohr como el último autor nuevo que ha publicado un libro en esta área. Bohr toma una idea ya utilizada por el autor norteamericano George Alland England en The Elixir of Hate (El elixir del odio,1911), y también por su compatriota Ilda Cádiz en "Cuenta regresiva" (1969). Su largo, moderado libro en una especie de crónica de los años 1903-35, y se centra en Julius Drive, un hombre que retorna a su juventud. Comenzando a los 71 años, recupera lentamente su vigor, su virilidad, y un nuevo conjunto (natural) de dientes; y parte a buscar fortuna en América. Al mismo tiempo adquiere el don de la profecía: predice la muerte de Eduardo VII, observa el fin del Titanic, y está presente en el asesinato del archiduque Fernando en Sarajevo.
El misterio de su condición le es revelado en 1910, cuando un habitante de Galas, el más poderoso planeta de la galaxia, le cuenta que ha sido seleccionado para prevenir a la humanidad de los peligros. Colocando sus dotes proféticos al servicio de su país (Gran Bretaña), deja Europa en una misión diplomática para tratar de parar la próxima guerra. A despecho de las contrariedades, continua su misión, mientras avanza desde la mediana edad hacia la adolescencia y luego hacia la infancia. Sin haber logrado su misión, muere de joven en 1937. Sin embargo, su vida en reversa no es vista como una carrera contra el tiempo. Más que la misión de Julius Drive, es su actitud con respecto su rejuvenecimiento lo importante: el redescubrimiento de la pasión, la aventura, su vitalidad. El sujeto de la novela es una historia profundamente humana, vívida y contada en una manera personal casi independiente de su misión. Y cuando Julius Drive muere, el incidente de la llegada de su alma a Galas, donde, gracias a la ciencia de sus habitantes, vivirá eternamente, resulta ser uno de los más importantes. La moraleja de esta novela eminentemente individualista: viva su vida para Ud. mismo, no para el mundo. ¿Qué más hay de CF chilena después de esta última contribución a una (relativamente hablando) Época de Oro? Solo Aldunate y Correa han mostrado alguna actividad. Además, la última novela fue publicada muy recientemente -y en España, como fue también el caso de Arteche. La discrepancia en el tratamiento de un autor de CF vs. uno del "mainstream" (corriente principal de la literatura) dice bastante acerca del estado del mercado en Chile. ¿Qué ha sido de los otros escritores de CF? ¿Cuántos manuscritos permanecen aún sin publicar? Carente no solo del soporte de editores, sino también de un grupo especializado, la CF chilena no es nada más que un recuerdo. Espacio-Tiempo no tuvo tiempo para establecer un núcleo significativo de aficionados. Sólo en Santiago existe un club donde algunos se reúnen, pero no existe actividad editorial. La crisis económica y política ha relegado la CF chilena a los últimos lugares. Se merece algo mejor. Esperemos un renacimiento en un futuro cercano.
Notas
(1) Este ensayo apareció originalmente en la revista francesa Antarès, 7 (1982:121-27). En lengua inglesa se publicó en la revista Science-Fiction Studies,Vol. II (1984, 181-89), traducido por Lynette Stokes, Laird Stevens y RMP. La versión en castellano se realizó a partir de esta última, en el fanzine chileno Nadir, 4 (1987, 12-19), traducido por Moisés Hassón C., “con mucha audacia y poca experiencia”, según sus propias palabras.
(2) Diecisiete fueron publicados como una colección titulada Cuando Pilatos se Opuso (1971). Doce de estas historias conforman una edición completa de la revista española Nueva Dimensión, 33 (1972)
(3) Miguel Arteche, El Cristo Hueco (Barcelona; Ed. Pomaire, 1969), 24:251.
© 1982 by Antarès
© 1984 by Science-Fiction Studies
© De la traducción, 1987 by Moisés Hassón
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