Reseña de Diamantino, de Fernando Emmerich

RESEÑA "DIAMANTINO", de FERNANDO EMMERICH


Una grandiosa obra de Fernando Emmerich, uno de los principales escritores nacionales.

Por José Hernández Ibarra

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En la literatura fantástica chilena existen ciertos autores que pueden estar inscritos en su historia por medio de una obra que no necesariamente busca expresar lo fantástico. En ciertas ocasiones, algunas obras resultan ser una forma de expresión muy personal con respecto a un tema.
Hace algunos años recibí una obra de parte de un muy buen amigo, Carlos Iturra, quien me indicó que el autor se la había cedido para que yo le echara un vistazo, sabiendo mi amigo que yo estaba realizando una investigación profunda sobre autores de literatura fantástica chilena. Resulta interesante lo difícil que es tratar de clasificar una obra como lo es la entregada.


Diamantino, de Fernando Emerich (Editorial Tornagaleones, 1996), es una obra que en un principio integré a la lista de obras de literatura fantástica chilenas, puesto que a simple vista resulta que el libro trata sobre un joven que tiene la capacidad de llorar diamantes. Sus lágrimas, una vez lloradas, se solidifican en tales piedras preciosas, los cuales son despreciados por los joyeros, por no parecerles éstas dignas de admiración, incomparablemente más vulgares que los producidos por los grandes lloradores, porque, en el mundo de Diamantino, el llorar diamantes -u otras piedras preciosas, así como piedras normales- es una profesión, con títulos que se consiguen asistiendo a una Universidad y que tiene su propio gremio de lloradores.

Ya partiendo desde este punto, la obra clasifica como una de tipo fantasía, sin embargo, al leer la contra portada del libro, quien la haya escrito indica lo siguiente

En el fondo de la maravillosa y triste historia de Diamantino (…) se dibuja una amarga visión de la humanidad y una notable alegoría sobre la creación artística.

Ahora bien, desde la perspectiva literaria, es una muy buena alegoría, mas, viéndola como una obra fantástica, resulta ser increíblemente interesante. Desde esa perspectiva, el mundo que atestigua las lágrimas de Diamantino no resulta sorprenderse por éstas, pues, ya hay lloradores, es algo normal. Los diamantes no son valorados como lo son en nuestra realidad y se ven afectado por los precios, por las modas, por los tonos, por la pulcritud de su creación, así como por si se encuentran pulidos o son más bien algo naturales, sin ningún tipo de proceso de embellecimiento.
 
Tomando los datos literalmente, Diamantino es un joven que nació en 1942. Tras su muerte, pasaron unos lustros hasta que comenzó a valorarse su obra, siendo ya el nuevo milenio la época en la que se realza su figura y es a mediados de siglo XXI, aproximadamente en el 2030, cuando los diamantes llorados por el protagonista son vendidos por grandes sumas de dinero. 

Son catorce capítulos en los cuales es narrada la vida de Diamantino, mencionando sus humildes orígenes, así como su anódico fin; los trabajos que tuvo y la pasión por el llanto. Dentro de la narración, como es de esperar, se logran divisar estas apariciones de la realidad del artista como creador de obras que no son valoradas en su tiempo, pero que luego constituyen expresiones máximas del arte. Además, Emmerich deja aparecer algunas visiones sobre la situación sociopolítica bajo la que vive Diamantino, en la que un bando es el que apoya lo bello imperante y el otro el que apoya la fealdad, es por eso que en su juventud el protagonista apoya a su amigo Leandro en su revolución contra la gente erguida, ya que su amigo era jorobado, siguiendo todos esta revolución, fingiendo ser jorobados también, aunque tuviesen que aparecer en público inclinados y con falsas jorobas. Todo ello a Diamantino le parece una manera de defender un pensamiento, que resulta ser, forzando un poco la interpretación, una referencia a los movimientos sociales. No es claro, porque la obra no parece una analogía directa, en la que cada elemento de ese mundo representa algo homólogo de nuestro mundo, o al menos en su mayoría. Es cierto que, forzando interpretaciones, las lágrimas de Diamantino pudieran ser las obras de arte, sin embargo, el autor no se queda en esto y crea un mundo estructurado en el que los lloradores tienen un lugar en el orden. Es por ello que, en base a una lectura literal, la revolución de los jorobados no resulta ser una referencia directa a las posturas de izquierda del mundo que conocemos. Sin embargo, se asemejan mucho. Y Diamantino resulta ser consecuente con sus deseos de perdurar en la historia gracias a las glorias que le entregan sus obras.

En vez de quebrar los vidrios de los escaparates de las joyerías para saquearlos, deseaba colocar sus diamantes en esos escaparates.

Así mismo, en referencia a la revolución de los jorobados, dice:

Se miró de nuevo en el espejo. Por acatar la moda, dejándose llevar por la corriente, se había convertido en un risible papagayo.

La mayor parte del relato es una visión biográfica de Diamantino, con cierto humorismo, siendo la calidad literaria de Emmerich de un nivel notable. A simple vista resulta tener el grado de un escritor de muy alto nivel: claro, poético, bien trabajado y pulido. La lectura de una novela como esta, que no supera las 110 páginas, es una forma de indicar que no siempre un trabajo extenso resulta ser tan valorable como lo es un relato corto como este.

De esto se desprende que Fernando Emmerich tiene la característica de haberse sumergido en el mundo de las alegorías, habiendo curtido sus letras en el cuento y las novelas realistas. Diamantino es el tipo de novela que pertenece a aquellas que esconden realismo bajo el disfraz de fantasía, pero dándole importancia al mundo fantástico creado, sin olvidarlo o esquivar trabajos de coherencia. Resulta ser una obra que se asemeja a Flores para un cyborg de Diego Muñoz Valenzuela, La última canción de Manuel Sendero de Ariel Dorfman o El ruido del tiempo de Claudio Jaque.

Es diamantino una obra que no apunta a lo fantástico, pero esta fantásticamente escrita, de tal forma que resulta necesaria para quienes buscan de alguna manera encontrar un ejemplo de cómo elaborar un mundo fantástico sólido sin abandonar la calidad de la escritura en pocas páginas, incluso cuando tiene un trasfondo realista.


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