Federico de la Vega, primer traductor de Julio Verne al español, por María Helena Barrera-Agarwal


Federico de la Vega, primer traductor de Julio Verne al español, por María Helena Barrera-Agarwal

(Donación realizada por Ivan Rodrigo Mendizábal desde su sitio Ciencia Ficción en Ecuador)
Publicado el 4 de abril de 2016
Por María Helena Barrera-Agarwal


María Helena Barrera-Agarwal. Abogada, investigadora y ensayista ecuatoriana, radica en la actualidad en EE. UU. Es miembro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo Tungurahua, del PEN America Center, del National Book Critics Circle y del India International Centre. Ha publicado ‘La Flama y el Eco’ (2009), ‘Jornadas y talentos-Ilustres ecuatorianos en los EE. UU.’ (2010), ‘Merton y Ecuador: la búsqueda del país secreto’ (Premio Aurelio Espino Pólit 2010), ‘León americano-La última gran polémica de Juan León Mera’ (2013), ‘Mejía secreto-Facetas insospechadas de José Mejía Lequerica’ (2013) y ‘Nazrul: prosa y poemas selectos’ (2014).

Introducción


Al considerar el modo en que un legado literario migra de un lenguaje a otro, es común olvidar la intervención de un personaje clave: la presencia del traductor es a menudo obliterada. Ello sucede desde el inicio mismo de las labores de publicación: de incluirse su nombre en la edición original, no es extraño que el mismo sea eliminado de aquellas subsiguientes. Un ejemplo de tal omisión se halla en la historia de Federico de la Vega, el primer traductor al castellano de los libros de Julio Verne.





Retrato de Federico de la Vega, ejecutado por el artista francés Henri Meyer. Como se recordará, Meyer ilustró la edición príncipe de Un capitán de quince años.



De la Vega nace en la ciudad de Jerez, Andalucía, España, en 1831. Desde su juventud, su vocación se orienta hacia la vida intelectual. La ausencia de fortuna familiar le impedirá obtener un título universitario; suplirá tal obstáculo con pasión de autodidacta. Ejercerá el periodismo en su patria por varios años, en función de sus convicciones republicanas y liberales. Buen amigo de Francisco Pi y Margall, se verá impulsado, eventualmente, a emigrar a Francia en 1860.[1] Jamás retornará a su patria de modo permanente. Luego de una prolongada estadía en París, habrá de trasladarse permanentemente a América – continente en el posee numerosos amigos y en el que sus artículos y libros de temas satíricos y políticos han cimentado su fama como escritor. Radicado en México por varios años, de la Vega se suicida en 1888, en la ciudad de Morelos, luego de una prolongada enfermedad y de un confuso incidente.[2]

Durante su estadía en París, de la Vega se involucra en el ámbito de la edición y del periodismo en español. Cuán intensa es su labor y cuan amplia se aprecia de un perfil escrito a su respecto:
“Durante su residencia en París, Federico de la Vega, que se consideraba el colaborador obligado de todas las publicaciones que allí se imprimían en idioma español, que colaboraba a la vez en diarios franceses, estuvo enviando una serie de correspondencias a los periódicos más caracterizados del Nuevo Mundo”.[3]

Entre los intereses de de la Vega se halla la traducción. Ya establecido en Francia, verterá al español obras como los Cuentos, de Perrault,[4] El Marqués de Villemer, de George Sand,[5] la Vida de Jesús, de Renan,[6] y dos volúmenes de La San Felice, de Dumas,[7] publicadas todas por el editor Abel Ledoux en París. Lo prolífico y expedito de esas traducciones se aplicará también a otro ciclo de trabajo, esta vez dedicado a un solo autor: durante sus años en París, de la Vega será testigo de primera mano del inicio de la fulgurante carrera de Julio Verne. Hacia 1867, su interés y el de sus editores se verá cristalizado en cuatro traducciones: verterá al español Cinco semanas en globo, Viaje al centro de la tierra, De la tierra a la luna, y en Las aventuras del capitán Hatteras, en dos volúmenes – Los ingleses en el polo norte y El desierto de hielo,
El cómo esas traducciones llegan a manos del público devela lo complejo de las relaciones editoriales de la época, que a menudo involucraban a más de un editor, sin que esa cooperación fuese siempre evidente de las ediciones resultantes. Confirma, además, el modo en que la figura del traductor e incluso la del editor original tiende a desaparecer de los libros en los que han intervenido, al punto de no dejar rastro de su presencia en los mismos.

La Librería de Durán

El primer punto a establecer respecto de las traducciones de Federico de la Vega es su autoría. La misma es fácilmente comprobable, gracias a un anuncio publicado en Madrid, en agosto de 1867:[8]



El vínculo de Alfonso Durán con la literatura francesa no es nuevo: por muchos años trabajó como asistente de Casimir Monier, librero, editor y hotelero francés radicado en Madrid por varias décadas.[9] Monier –de quien Alejandro Dumas será huésped en 1846, –[10] revoluciona los ámbitos intelectuales madrileños, introduciendo, entre otras novedades, un gabinete de lectura. Cuatro años antes de la muerte de Monier, acaecida en diciembre de 1860, Durán lo sucede tanto en el negocio de librería como en los contactos con Francia.[11] De esos vínculos emergerá, probablemente, la oportunidad de editar los libros de Verne.
El contexto de la publicación de las traducciones de Federico de la Vega, precisa, empero, una referencia adicional. La misma atañe a la primera edición de Cinco semanas en globo,[12] y se halla en el acápite del Boletín bibliográfico español a ella dedicado:[13]
La inclusión de la “librería de Durán (editor), y Gaspar y Roig”, deja suponer una intervención de ésta última casa, no en calidad de editores – Durán es presentado como tal, de modo expreso – sino asociados de algún modo al menos con el libro descrito, e incluso con los cuatro títulos subsiguientemente citados. Es imposible determinar la naturaleza exacta de esa asociación, a falta de detalles adicionales sobre el tema.

La Biblioteca económica de instrucción y recreo

De los títulos publicitados en el anuncio de Durán, existe evidencia documental que prueba que dos han aparecido y han circulado bajo el sello editorial de la Librería de Alfonso Durán, impresos en el establecimiento de Tomás Fortanet, en Madrid. El primero, Cinco semanas en globo, debió imprimirse a finales de 1866, y estaba ya en circulación, en enero de 1867, como lo comprueba un anuncio publicado a la época:[14]






El segundo, Viaje al centro de la tierra,[15] se imprime y entra en circulación a finales de 1867.[16]
Ambas novelas son también publicadas en formato folletín, por la Correspondencia de España, diario de Hilarión de Zuloaga.[17] Como sucede con otros títulos publicados en formato folletín por La Correspondencia, la edición en folletín de Viaje al centro de la tierra – efectuada sin duda alguna con la aquiescencia previa de Alfonso Durán – lleva una portada en la que se presenta el volumen como una publicación independiente.[18] Ello ha fundamentado que se la identifique como una edición distinta de aquella de Durán.
De las traducciones restantes de Federico de la Vega – y los dos volúmenes de Las aventuras del capitán Hatteras, – no existe evidencia en firme, más allá del anuncio mencionado, que establezca que fueron publicadas por la Librería de Alfonso Durán en formato semejante a aquel de las dos primeras. Ningún ejemplar o noticia adicional se ha conservado sobre ellas. Empero, es posible asumir que las traducciones de de la Vega fueron publicadas en un formato mucho más modesto, al ser incluidas en la colección publicada bajo el sello de la Biblioteca económica de instrucción y recreo.
La impresión de De la tierra a la luna se efectuó en la imprenta de Luis González Ruiz, lo que ha llevado a adscribir la titularidad de los mismos al propio González Ruiz.[19] Los ingleses en el polo norte y El desierto de hielo, a su vez, fueron impresos en la Imprenta de la Biblioteca universal económica. Su verdadero origen, empero, se deduce de los acápites consagrados a cada uno de ellos en el Boletín bibliográfico español del 1° de diciembre de 1867,[20] del 15 de diciembre de 1867,[21] y del 1° de enero de 1868,[22] en los que se menciona como responsable de esos textos a la Librería de Alfonso Durán:
Para comprender la coexistencia de Durán con la Biblioteca económica de instrucción y recreo, debe considerarse la naturaleza de ésta última. No se trataba de una casa de edición independiente, sino de un esfuerzo colectivo, en el que participaban varios de los más importantes editores españoles de su tiempo – el propio Durán, Gaspar y Roig, Moya y Plaza, Escribano, López y otros. La idea era crear una lista de comercio de títulos previamente editados o adquiridos por esas casas de edición, ofrecidos mediante un sistema de suscripción mensual, en un formato accesible y uniforme: “Los tomos de ésta biblioteca contendrán igual cantidad de lectura que los que se venden ordinariamente a 14 y 16 reales. Cada tomo formará obra completa.”[23]
Con la venta a cuatro reales por volumen – una fracción de las ediciones originales – se buscaba un público amplio y diverso. No es de extrañar que, bajo tales circunstancias, la Biblioteca económica tuviese un impacto considerable. Su éxito de ventas tendría por protagonistas a los más populares autores, de entre los cuales se destaca Verne:
“En Madrid, durante la época que atravesamos, que financieramente considerada no es muy próspera, en menos de cinco meses se han agotado cuatro, cinco y seis mil ejemplares de cada una de las novelas que la Biblioteca económica de instrucción y recreo ha dado a luz. Y, ¡cosa extraña! las mujeres, de cuyas aficiones literarias no tienen los críticos la mejor idea, son las que con más gusto han saboreado las interesantes páginas de Los ingleses en el polo, El viaje a la luna, El descubrimiento maravilloso y Los hijos del Capitán Grant.”[24]
Los tres volúmenes de Verne – De la tierra a la luna, Los ingleses en el polo norte[25] y El desierto de hielo,[26] – contienen la mención de que la traducción ha sido efectuada por “F.N.” Esa leyenda es utilizada en numerosos los libros de la Biblioteca económica, no solo para textos traducidos del francés, sino también para otros varios, traducidos del inglés, en ediciones de Gaspar y Riog, Escribano, y López. La abundancia de esos libros, la celeridad de su publicación y la disparidad de idiomas dan pábulo a pensar que esas iniciales no corresponden a un traductor, sino que constituyen una expresión genérica, utilizada en los casos en los que no convenía la inclusión del nombre real del traductor.
Quizás ese vacío deba considerarse a la luz de otras actividades efectuadas contemporáneamente por el traductor. Como se ha establecido, Federico de la Vega es un ardiente republicano. Existen indicios de que, en el año de 1868, publica en Madrid una obra satírica, El testamento de Isabel de Borbón.[27] Ningún detalle o ejemplar de la misma ha sobrevivido. Puede especularse que la naturaleza del texto así intitulado debió crear no poca controversia, que podía afectar la comercialización de libros por él traducidos, particularmente en el periodo político social que se vivía – La Septembrina.
Lo más probable, empero, es que el uso de una referencia neutral en lugar del nombre de los traductores originales sea simplemente otra instancia en la larga tradición de negligencia mantenida a su respecto.[28]

Notas:

[1] Los detalles biográficos de Federico de la Vega son tomados de tres artículos publicados en París en el año de 1873. Anónimo, Federico de la Vega, en El Americano, No. 51, Paris, Marzo 17 de 1873, p. 851; Anónimo, Conversaciones sobre literatura – Federico de la Vega, en El Americano, No. 8, Paris, Mayo 12 de 1873, p. 115; y De Aguilera, C., Federico de la Vega, en América – Crónica hispanoamericana, Año XXIV, No. 8, París, 2 de noviembre de 1873, p. 12. Tanto El Americano como América fueron periódicos creados y dirigidos por el periodista y político argentino Héctor Florencio Varela, buen amigo de de la Vega.
[2] Ciertos testimonios de la época dan cuenta de que de la Vega, en muy malas condiciones por su enfermedad, ha solicitado el sacramento de la confesión. El pedido era poco característico en él, por haberse considerado ateo toda su vida. El incidente se torna público en los diarios mexicanos, donde da pábulo a controversia. Pocos días después, de la Vega se quita la vida.
[3] De Aguilera, C., Federico de la Vega, en América – Crónica hispanoamericana, Año XXIV, No. 8, París, 2 de noviembre de 1873, p. 12. Énfasis en el original.
[4] Perrault, Charles, Los cuentos de Perrault, traducción de Federico de la Vega, ilustrados por Gustavo Doré, A. Ledoux, édit., París, 1863
[5] Sand, George, El Marqués de Villemer, traducción de Federico de la Vega, A. Ledoux, édit, Paris, 1864
[6] Renan, Ernest, Vida de Jesús, traducción de Federico de la Vega, A. Ledoux, édit, Paris, 1864.
[7] Dumas, Alejandro, La San Felice, traducción de Federico de la Vega (Volúmenes I y III), A. Ledoux, édit, Paris, 1865
[8] Fernández Hidalgo, Manuel, Boletín bibliográfico español, No. XV, 1° de agosto de 1867, Tomo VIII, Imprenta de J. Limia y G. Urosa, Madrid, 1867, p. LVII
[9] El ejemplo de Monier da la medida de las dificultades del negocio librero a la época: Librero de Cámara de los reyes de España por muchos años, ello no evitó que, eventualmente tuviese que declararse en bancarrota. En mayo de 1858 se subastarían, por tal motivo, sus “libros y efectos”. Vid., Noticia judicial, en Diario oficial de avisos de Madrid, No. 438, jueves 13 de mayo de 1858, p. 1-2
[10] El memorable episodio es relatado por Dumas. Dumas, Alexandre, De Paris a Cadix, Meline, Cans et Compagnie, Bruselas, 1847, p. 99. En el libro de Dumas el apellido de Monier se escribe equivocadamente ‘Monnier’, sin que, empero, quepan dudas sobre su identificación, al ser presentado desde un inicio como librero y hotelero.
[11] Vid., Anuncio de la Librería Española de Alfonso Durán, antiguo dependiente de Monier, en El clamor público, edición de Madrid, No. 5550, Madrid, jueves 14 de febrero de 1856. En el anuncio Durán declara expresamente que “habiéndose relacionado con todos los corresponsales que tenía don Casimiro Monier en el extranjero, se compromete a seguir sirviendo todas las obras y periódicos que los suscritores tuviesen pendientes en dicha casa.”
[12] Verne, Julio, Cinco semanas en globo: viajes de descubrimientos en Africa por tres ingleses / redactado en vista de las notas del Dr. Fergusson, traducción de Federico de la Vega, Librería de Alfonso Durán, Madrid, 1867
[13] Piera, Arturo (Ed.), Boletín bibliográfico español, No. 2, Año VIII, 15 de enero de 1867, p. 13-14
[14] Anuncio, en Diario oficial de avisos de Madrid, Año CIX, No. 49, Madrid, 18 de febrero de 1867, p. 4
[15] Anónimo, Suelto, en Diario oficial de avisos de Madrid, Año XIX, No. 6142, Madrid, 7 de diciembre de 1867, p. 4
[16] Anónimo, Suelto, en La Época, Año XIX, No. 6142, Madrid, martes 7 de diciembre de 1867, p. 4
[17] Verne, Julio, Cinco semanas en globo. Viajes de descubrimiento en África por tres ingleses, traducción de Federico de la Vega, folletín iniciado en La correspondencia de España, No. 3623, Madrid, domingo 13 de octubre de 1867, p. 1. Verne, Julio, Viaje al centro de la tierra, folletín iniciado en La correspondencia de España, No. 3697, Madrid, viernes 27 de diciembre de 1867, p. 8
[18] Verne, Julio, Viaje al centro de la tierra, Biblioteca de la Correspondencia, Impr. de D. Hilarión de Zuloaga, Madrid, 1867.
[19] Verne, Julio, De la tierra a la luna, Traducida por F. N., Segunda edición, Biblioteca económica de instrucción y recreo,a cargo de Luis González Ruiz, , Madrid, 1867
[20] Piera, Arturo (Ed.), Boletín bibliográfico español, No. 23, Año VIII, 1° de diciembre de 1867, p. 267. Debe resaltarse que la nota menciona que se trata de una segunda edición del libro, lo que podría confirmar la existencia de una primera edición publicada por Durán.
[21] Piera, Arturo (Ed.), Boletín bibliográfico español, No. 24, Año VIII, 15 de diciembre de 1867, p. 277
[22] Piera, Arturo (Ed.), Boletín bibliográfico español, No. 1, Año IX, 1° de enero de 1868, p. 1
[23] Anuncio, en La Correspondencia de España, Madrid, 15 de diciembre de 1867, Año XX, No. 3686, p. 3
[24] Anónimo, Revista Literaria, en La Época, Año XX, Número 6241, Madrid, martes 14 de abril de 1868, p. 4. El título Los ingleses en el polo, se refiere desde luego al primer volumen de las Aventuras del capitán Hatteras.
[25] Verne, Julio, Aventuras del Capitán Hatteras, Primera parte: Los ingleses en el Polo Norte, Traducida al español por F. N., Biblioteca económica de instrucción y recreo, Librería de Cuesta, Madrid, 1867
[26] Verne, Julio, Aventuras del Capitán Hatteras, Segunda parte: El desierto de hielo, Traducida al español por F. N., Biblioteca económica de instrucción y recreo, Librería de Cuesta, Madrid, 1867
[27] Vid., Anónimo, Suelto, en Le Figaro, Año 15, Serie 3, No. 268, jueves 24 de septiembre de 1868, p. 1, “Féderico de la Vega vient de publier à Madrid le Testamento de Isabel de Bourbon, romance satirique.”
[28] Vale la pena recordar al respecto la constatación de Margarita Giné Janer respecto de la bibliografía en español de Teófilo Gautier. Comprobó Giné Janer que solo el primer libro – Espírita, publicado precisamente por Alfonso Durán – identificaba al traductor, Diodoro Tejada: “Es el único texto de los que hemos trabajado en que consta el nombre del traductor. En las restantes obras solo figura el nombre del autor.” Giné Janer, Margarita, Las traducciones españolas de los relatos fantásticos de Gautier. Análisis y perspectivas, en Pont, Jaume (ed.), Narrativa fantástica en el siglo XIX (España e Hispanoamérica), Editorial Milenio, Lérida,1997, p. 237


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