Magdalena Petit, una de las primeras autoras chilenas de literatura fantástica

 Magdalena Petit, una de las primeras escritoras de literatura Fantastica



Por José Hernández Ibarra



Dentro de las antologías, Elena Aldunate es siempre mencionada como una de las pioneras de la literatura de ciencia ficción. Esto está completamente fundamentado en los méritos como autora. Sin embargo, cuando se busca a las primeras autoras de literatura fantástica, generalmente es mencionada María Luisa Bombal. De ambas autoras existen amplios estudios e investigaciones. Por todo ello, quisiera exponer a una autora pocas veces mencionada: Magdalena Petit.


Magdalena Petit nació en 1900 en una familia acomodada, con hermanas dedicadas al arte y padre médico. Tras un intento en medicina, decidió dedicarse al piano y realizar análisis literario de obras francesas para revistas de literatura.


Su primer libro se titula La Quintrala (1934), una maravillosa obra de literatura fantástica. Y cuando digo fantástica me refiero al sentido todoroviano de la palabra, esto es, en el caso de la vacilación del lector en que si lo que lee en el relato es algo propio de lo maravilloso o simplemente de lo extraño.

La obra de Petit es una visión de la leyenda, una versión de Catalina de los Ríos como una niña afectada por una posesión demoníaca, o bien, por una alteración de la personalidad. Todo el relato tendrá un estilo descriptivo que no permitirá definir si las acciones de brujerías son reales o si las coincidencias de hechos las hacen parecer como tales.

La primera parte del libro es una conversación entre Gonzalo de los Ríos, padre de Catalina, y un sacerdote. Durante la conversación, Gonzalo explica que él no cree “en las supersticiones típicas de mujeres” y que todo este caos en la personalidad de su hija se debe a la influencia de una de sus esclavas, Josefa, quien auxilia a su esposa en todo, ocupando un lugar muy importante en la familia.

Posteriormente Gonzalo se atreve a aceptar la idea de que la esclava es una bruja, una practicante de la hechicería. Además, vincula esta situación a los antepasados de la familia materna de Catalina, descendientes del cacique Talagante, de la zona central de Chile, por ello, asume en su hija una esencia de magia pagana.

Con el fin de disminuir la influencia de Josefa, Gonzalo envió a Catalina a una hacienda lejana, pero la hija tuvo sufrimientos y se le tulleron las piernas, haciendo inevitable la presencia de la esclava Josefa y su interdependencia, muy a pesar de Gonzalo.

Tras la muerte del padre, la narración va directamente hacia Catalina y su acercamiento a la religión frecuentando al fray Pedro, quien ve la tentación constantemente en los ojos de Catalina.

A partir de este punto, Catalina se vuelve atractiva, dominante y muy temida por la comunidad, ya sea por sus crueldades contra los esclavos como por los rumores que la vinculan con el Diablo. Se refuerza esto a causa de su personalidad altanera y despectiva con todos, excepto con fray Pedro que le da la tranquilidad necesaria para mantener controlado sus ataques de ira. Esta relación de lo sacro y lo demoníaco se presenta a lo largo de todo el relato. Asimismo, la brujería es un recurso que constantemente utiliza Catalina y Josefa para lograr objetivos, sin embargo, en ningún momento Magdalena Petit deja clara la realidad de la magia y todo queda en sugestión.


Esto mismo sucederá en la siguiente novela, “Caleuche” (1946), obra un poco más densa en la descripción, más trabajada en cuanto a la psicología de los personajes, esto principalmente debido a los progresivos estudios de Petit sobre las obras de Proust y Dostoievski.

Petit inicia el libro por medio de una advertencia que hace el narrador, un marinero recluido en un faro, esperando el juicio debido a su responsabilidad en el naufragio de un barco.

Comienza a relatar la historia de un bebé encontrado en una playa, milagrosamente vivo, y que es tomado por un hombre que en ese mismo instante iba a ver a su hija la cual estaba pariendo.

Tras lograr convencerla que adoptará al niño, y luego de algunos años, el joven crece junto a su “hermanita”.

La autora comienza a contrastar la personalidad introvertida del niño con la de su hermana. Sin embargo, cuando él habla, dice cosas muy poéticas y filosóficas, impropias a su edad,  revelando que su aparición en la playa pudo haber sido de un origen mágico y, por ello, él posee una naturaleza mística.

Petit va convirtiendo al niño, “Pingo” como lo apoda su abuelo, en un personaje clave capaz de percibir “la realidad que está oculta a los ojos materiales”.

Pero esta vez tampoco deja claro si algunas cosas que ve Pingo son reales o no, como al legendario Trauco o las veces en que percibió por un segundo al barco fantasma Caleuche en la lejanía de la costa. De esta forma, Petit mantiene al lector al borde de la fantasía, aun incluso cuando es explícita la visión del Caleuche para otros personajes. Además, al igual que en “La Quintrala”, el protagonista, Pingo, sufre de ataques espasmódicos condicionando al lector a que la realidad de lo percibido por Pingo esté, en  muchos casos, relacionado a su condición mental. Sucede un ataque epilético cuando él ve cómo la estatua de la virgen lo saluda durante una ceremonia religiosa. Este juego de lo real o lo que posiblemente es fantástico caracteriza a Petit y la inscribe como una autora de literatura fantástica chilena.


Finalmente la última obra analizada de Magdalena Petit es “Un hombre en el universo” (1966). El interés por esta obra se basa en un comentario de Ignacio Valente adjudicándole algo de “ciencia ficción”, según el sitio Memoria Chilena, aunque Valente en realidad dice “Cultura-Ficción” (1) 



Y esto dice Memoria Chilena:



Como se puede apreciar, se cita el texto en el que en ninguna parte del comentario de Ignacio Valente aparece la palabra “ciencia ficción”.


Volviendo al tema y suponiendo que el texto sí contiene ciencia ficción, su lectura deja ver una larga concatenación de pensamientos, reflexiones filosóficas y opiniones.

Esta obra se presenta como un manuscrito entregado por un desconocido cliente al administrador de un hotel al cual le adjunta una carta con el siguiente mensaje:

"Señor administrador. Cancelo mi cuenta y me despido de usted hasta unos miles de años. Volveré entonces a cancelar una cuenta igual a ésta, en momentos iguales y por iguales razones a las que rigen mi actual conducta. Salgo para un largo viaje a través del espacio y del tiempo, en medio de las peripecias a que está sometida la materia movida por el espíritu. Le dejo estas memorias por si le interesa saber lo que puede ser la vida de unos tantos pasajeros que cruzan por los hoteles del mundo." 

Esta podría ser una clara alusión a lo fantástico, a la ciencia ficción, sin embargo, es lo único que se presenta en la lectura relacionado a la temática fantástica, al menos directamente en el argumento.

Los pensamientos son elaborados por un narrador que le escribe a "A. María G". La narración   aborda los recuerdos de su llegada a Chile tras la huida que su familia tuvo que realizar desde Lorena, Francia, durante la II Guerra Mundial. Al llegar a Chile, esta situación les provoca un alejamiento de sus raíces y un sentimiento de no pertenencia. Ciertos elementos influyen: origen judío de su familia, nacionalidad francesa, su religión católica; todo esto le provoca una crisis de identidad. 

El narrador se siente desplazado y “desrazado”, además de estar en Chile como un país completamente diferente.

Tras un terremoto su familia muere y él, como único sobreviviente, no se siente mal, sino que se siente liberado de todo lazo. Entre los escombros saca el maletín del cadáver de Mister Shide, un consejero que estaba en casa en ese momento, y dado el parecido entre ambos, decide suplantarlo.

Así adquiere otra identidad y comienza a reflexionar sobre el materialismo filosófico del hombre, la identidad y su efecto en el libre albedrío.

Petit al parecer demuestra todas sus opiniones y pensamientos a través del largo monólogo, analizando el pensamiento de Nietzsche, Schopenhauer y Sartre; las novelas de Brontë, la política de Hitler y la raza aria, el sufrimiento de Francia, la política de Roosevelt, etc.

Sobre lo fantástico, sólo un elemento puede acercarse a ello y está en el hecho de que su hermano Rodolfo, un pariente que tenía en Europa, al encontrarse le confesó haber soñado que su familia moría en una catástrofe (p.101). Esto lleva al centro del pensamiento del narrador, sobre la libertad y el libre albedrío pretendido versus el destino y las casualidades aparentes. Por ello, más que una obra de ciencia ficción, esto quedaría como un conjunto de metafísica.

Surge finalmente su identidad verdadera, Pedro Frankstein, el cual ayuda a cerrar el libro.



Concluyendo este artículo, las obras de Magdalena Petit se caracteriza por ser propia de la literatura fantástica. Exceptuando “Un hombre en el universo”, el resto de las obras tienen clasificatorias dentro de lo fantástico y ello la convierte en una autora de lo fantástico. Sin duda es una de las autoras más premiadas, pues “La Quintrala” obtuvo el premio otorgado por el diario La Nación, además de obtener el premio Condon-D`Evieri por la versión teatral “Los hijos del Caleuche” y el Premio Municipal de Literatura por “Caleuche”. Además, “La Quintrala”, ya en la década de 1990, tenía más de 21 reediciones (2), algo insólito para la literatura fantástica chilena, lo cual la coloca por encima de Elena Aldunate en cuanto a éxito literario.


La intención de este artículo es visibilizar a esta autora, a sus creaciones y promover el estudio más profundo, así como el análisis más académico de las temáticas que surgen dentro de sus libros.


Invitó a los lectores de este artículo a realizar una lectura de la autora, de quien algunos de sus libros encuentran disponibles en el sitio memoriachilena.cl 


Bibliografía


  1. Valente, Ignacio., “El universo de Magdalena Petit”, Diario El Mercurio, 30 de abril de 1967, pág. 3.

  2. Araya, Juan., “Aproximaciones a la narrativa de Magdalena Petit”, Revista Cauce, Nº69, 1995.

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