Esteban Palacios Primera Fase

POSIBILIDADES

 

Esteban Palacios

 

 

 

         La primera colonia que llegó a Marte enviada por la empresa Nautikus, constaba de familias entusiastas que querían dejar un legado para las generaciones futuras. Muchas eran parejas jóvenes con niños pequeños. A cada miembro de las familias se le entregaba un diploma con el que se les premiaba la valentía por realizar el viaje y por su voluntad. Además, se les pasaba un botiquín en el que iban diversos utensilios que les servirían según su rango etario. Por ejemplo, a los niños se les daban juguetes con forma de astronautas y pelotas inflables que se asemejaban en su forma a un asteroide. A los adultos se les entregaban herramientas pequeñas que con solo activarlas con un botón, se las hacía crecer. Así, los adultos disfrutaban de un amplio abanico de palas, rastrillos y picos para poder dar curso al proceso de terraformación de Marte. La idea principal de la empresa Nautikus era crear colonias de campesinos marcianos. Así, pensaban los científicos de la empresa, irían evolucionando de a poco sociedades parecidas a las del planeta Tierra, con la diferencia que serían grupos humanos conscientes con el medioambiente y totalmente comprometidos con una causa pacífica. Para poder ser elegidas por la empresa Nautikus, las familias debían cumplir condiciones muy específicas: los niños debían amar y respetar el mundo animal, puesto que así podrían estar en un ambiente armónico con las criaturas marcianas que de a poco empezaban a salir a la superficie, un poco más acostumbradas a ver humanos. Los adultos en tanto, debían ser personas con un gran potencial de empatía y cariño hacia el resto. Por ello, el conjunto humano que se formó en la primera colonia de la empresa Nautikus, era realmente feliz y convivía en un ambiente de respeto con la flora y fauna que les rodeaba. Los niños disfrutaban ir y venir de un lado a otro con los neocarneros, como los humanos les llamaron. Estas criaturas vivían en los abismos rocosos de Marte pero a medida que vieron que los niños no eran una amenaza, se hicieron sus amigos. Su parecido con los corderos de la Tierra se daba en un aspecto estético solamente ya que en personalidad eran diferentes. A diferencia de las ovejas, estos neocarneros eran desordenados en su andar y el sonido que emitían recordaba más al canto de un ave.

         Con el pasar del tiempo, el bienestar de la población creció, a tal punto que las familias decidieron tener varios hijos. Los padres decían que querían “mostrarles a los nuevos habitantes marcianos, un mundo realmente hermoso”. Los primeros niños que nacieron en Marte, fueron llamados los “sonrientes” debido a que apenas veían la luz, tenían en sus rostros una expresión de alegría. Era tanto que algunos ni siquiera lloraban sino que reían.

         La empresa Nautikus estaba muy satisfecha con esta colonia terraformista. Y para afianzar más aún el éxito de su programa, decidieron enviar a Marte un aparato de tecnología de punta, el cual ayudaría a guiar a las familias hacia un futuro próspero y que nunca se salieran de ese camino. Los científicos creadores, enviaron el aparato justo cuando la comunidad estaba eligiendo un nombre para la colonia. Todos votaron por Eufonía, ya que estar en Marte para ellos era como estar envueltos en una cálida y agradable melodía. De hecho fue así como se le empezó a llamar al sonido emitido por los neocarneros: eufonías. Al terminar la reunión para dar nombre a la colonia, los mayores de la comunidad presentaron ante todos el dispositivo que había sido enviado desde la Tierra. Todos se mostraron intrigados por el aparato. Se trataba de un pequeño rectángulo con forma de equipo musical. Se le apretaba un botón y de él emergía una imagen holográfica. Además, al lado del botón había un controlador. Si se movía de cierta forma, hacía que la imagen holográfica o se viera nítida o bien desapareciera haciendo ver otra nueva imagen. Los mayores de la comunidad leyeron ante todos el mensaje que los científicos de la empresa les habían escrito:

         “Querida colonia terraformista. Les enviamos este mensaje para felicitarles y darles todo el encomio que merecen. Ustedes han empezado lo que será un largo camino, no exento de tropiezos, claro, pero que han demostrado será fructífero y lleno de éxitos. Gracias a ustedes muchas otras empresas han querido iniciar planes para enviar más colonias a Marte, por lo que en un futuro no muy lejano, el sueño de la terraformación abarcará a todo el planeta Marte. Eso nos tiene sumamente motivados y alegres. Queremos contagiarles nuestro optimismo. Aunque a decir verdad, fueron ustedes quienes reforzaron en nosotros esta seguridad y confianza. Es por ello que hemos trabajado en este dispositivo que tienen en sus manos. Es una especie de regalo de nuestra parte pues ustedes se lo merecen. Les contaremos en qué consiste: gracias a este dispositivo podrán visitar distintos futuros posibles. De esta forma queremos asegurarnos que todo el buen trabajo que han llevado hasta ahora, y sabemos seguirán realizando, no se aparte nunca de un buen derrotero. El uso del dispositivo es muy simple por lo que no es necesario dar tantas instrucciones ni tecnicismos al respecto. Y bien, solo nos queda despedirnos deseándoles lo mejor. Y recuerden, aquí estamos para servirles”.

 

         La comunidad entera de Eufonía estaba al borde de la emoción. Los niños iban de un lado a otro y los adultos hablaban entre sí sabiendo que algo nuevo y emocionante se abriría ante ellos. Los mayores movieron el ajustador. De pronto, la imagen mostró un lugar lleno de árboles y prados. Parecía ser la Tierra, pero rápidamente la comunidad entera comprendió que se trataba de su colonia. Los niños pequeños pudieron reconocerse ya mayores guiando a otros niños a través de unos caminos hechos de celonio, un nuevo mineral descubierto en el planeta Marte. En esta posibilidad de futuro la comunidad había construido grandes casas de madera en las cuales vivían de forma armónica junto a los humanos, grupos de aves extrañas que hasta la hora nadie había visto jamás. Eran aves grandes con un aspecto de reptiles y que cantaban de forma tan hermosa que más de algún adulto en la comunidad soltó una lágrima de la emoción. Los nidos de estas aves eran construidos con roca, celonio y hojas de color azul. Luego, la imagen holográfica se detuvo en un grupo de personas que hablaba con los árboles. Al parecer, en este futuro posible, los humanos habían adquirido una habilidad única en la comprensión de los llamados sistemas nerviosos de los árboles, reconociéndoles como seres sintientes. La comunidad veía esto con asombro. Si bien ellos, como agricultores, habían podido hacer crecer gran variedad de plantas gracias a los adelantos científicos traídos desde la Tierra, no se imaginaban cómo podría ser que en un futuro Marte se viera complemente verde. La imagen holográfica mostraba a todas las familias disfrutando del día. Algunos estaban sobre unas hamacas bamboleándose, a la vez que leían un libro en un idioma, al parecer, nuevo. Uno de los niños de la comunidad, apuntó emocionado hacia la pantalla y dijo que el hombre que ahí aparecía era él. Estaba seguro de eso ya que su sueño, era crear un nuevo idioma marciano universal, con el que todos podrían comunicarse de forma muy fácil. Los padres se sintieron orgullosos de su hijo y lo abrazaron y felicitaron por ser tan visionario.

         Los mayores de la comunidad de Eufonía, dijeron que era hora de visitar algún nuevo futuro posible, por lo que movieron hacia otro lado el ajustador. La imagen ahora mostraba una sociedad en la que había muchos edificios construidos con distintas formas geométricas. Otra característica era que los edificios se movían. Algunos rodaban de forma lenta, otros tenían brazos robóticos que sobresalían de los costados para ayudar en su apoyo y los había con piernas también robóticas. Los habitantes de este futuro usaban trajes de colores y en vez de cascos, llevaban máscaras que representaban a distintos animales marcianos. Los niños jugaban alrededor en lo que parecían ser burbujas transparentes que movían con los movimientos de sus manos, sin tocarlas. Estas burbujas podían tomar la forma de una persona. Lo increíble, era que el nombre de Eufonía aparecía en un gran cartel de celonio, del tamaño de una montaña. Al igual que en el futuro posible anterior, la comunidad de personas se veía muy contenta. Habían diversificado sus tareas y ahora también habían inventado vehículos construidos con un material muy parecido al de las burbujas de los niños. Se podía apreciar que el aire era muy limpio y aunque no se veían tantos árboles como en la primera imagen, era notorio el respeto hacia el medioambiente.

         Los mayores decidieron volver a cambiar de posición el ajustador. Esta vez se llevaron una gran sorpresa. La imagen holográfica les mostró lo que jamás hubieran imaginado: se veían distintas embarcaciones hechas a base de celonio y metal, surcar un mar hermoso. Eran aguas cristalinas en las que la gente que viajaba miraba su reflejo con alegría. En el cielo se podían apreciar distintas aves desconocidas rodeando las embarcaciones como si las cuidaran. Quienes viajaban, saludaban a las aves y estas les respondían con un canto muy parecido al de los neocarneros. Del mar emergían de tanto en tanto criaturas parecidas a peces pero que, para algunos, más parecían reptiles. Entonces, las embarcaciones llegaban hasta unas islas rocosas. Estas tenían el típico suelo rojizo de Marte. Sin embargo por aquí y por allá había árboles frutales en los que los niños subían y jugaban.

         Llegado cierto momento, los mayores de la comunidad apagaron el dispositivo para que descansase. Todos en Eufonía se observaron dichosos. Sabían que habían hecho tan bien las cosas, que no importaba el futuro posible que se les abriera por delante, ya que en cualquiera, siempre estarían alegres y llenos de vitalidad.

 

 

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