Esteban Palacios Segunda Fase
EL
TORNEO
Esteban Palacios
Corría el siglo XII en la Europa
septentrional. Específicamente en la zona del Languedoc. Fue antes de la
cruzada del papa Inocencio III contra los cátaros o albigenses. Se dice que la
cruzada fue por un motivo religioso, puesto que el papa y su ejército no
querían que los cátaros, cuyas ideas religiosas eran consideradas paganas, se
expandieran en el continente. Sin embargo, hay documentos que dicen que no fue
ese el principal motivo de la guerra. No, sino que se debió al sistema
económico de los cátaros, muy distinto al que los europeos estaban
acostumbrados (el mercantilismo). Era un sistema basado en ferias y en las
cuales no había una transacción monetaria sino más bien un sistema funcional.
Este sistema se perdió en el tiempo. Quedó olvidado incluso por académicos e
intelectuales estudiosos de la economía histórica. Sin embargo, de algún modo
volvió a la vida y todo por una situación muy particular: la colonización de
Marte.
Una de las primeras cuestiones que
tuvieron que resolver los habitantes de las colonias marcianas, compuestas por
terrícolas, fue cómo vivir entre sí. Aquellos asuntos relativos al cómo
respirar, al cómo desplazarse por el suelo marciano o al cómo cultivar, fueron
dejados en manos de científicos. Estos pudieron dotar a cada habitante de
trajes especiales, además de poder recrear el aire terrestre mediante cámaras
de expansión de oxígeno hacia la atmósfera marciana. En cuanto a la comida, de
inmediato se dispusieron invernaderos donde todas las personas, incluyendo a los
niños y niñas, fueron instruidos para
que pudiesen colaborar en el cuidado de las plantas y árboles. Por lo tanto,
aquellos puntos estaban cubiertos. Sin embargo, no estaba claro cómo se
desarrollaría la economía entre las colonias. Algunos postularon que se debía
implantar el capitalismo, a secas. Otros propugnaron a favor del comunismo.
Otros decían que había que crear un nuevo sistema basado en lo mejor de los
sistemas antes mencionados, aunque eso ya se había intentado muchas veces en la
Tierra. Fue entonces que alguien, no se recuerda muy bien su nombre, dijo que
conocía unos documentos altamente secretos los cuales trajo en la nave. Esta
persona no quiso revelar de dónde había extraído esos documentos, pero es
posible que haya sido algún antiguo bibliotecario o quizás un investigador
archivístico quien aprovechó la oportunidad y se hizo con dicho material. Como
fuese, el caso es que abrió la mente de quienes le escucharon, puesto que
mostró ante todos los beneficios de un sistema antiquísimo que iniciaron los
cátaros en la Tierra. Fue así como empezó la era de las ferias marcianas.
La principal característica en la que
se basaban las ferias era la transacción funcional, que significaba hacer un
cambio entre objetos o servicios que estuvieran acorde al contexto de la
persona y del medio en el que esta viviese. Por ejemplo, si una persona tenía
problemas con la diabetes, nadie le haría un intercambio de cosas dulces que le
hiciesen daño, por más que la persona lo desease. Así también, si una persona
necesitaba construir una casa, quienes le aportarían el material se asegurarían
que el sector de emplazamiento de dicha construcción no estuviera interfiriendo
con el hábitat de otras especies o de otros vecinos.
El sistema se implementó en todas las
colonias que hasta ese entonces se habían asentado en Marte. Se dispuso que una
vez al día las personas disfrutarían de esta “fiesta de la economía marciana”
como los habitantes solían llamarla, pues se llegó a la conclusión que no era
necesario vivir pendiente todo la jornada en torno a qué cosas adquirir, como
pasaba en la Tierra. Más bien, se quería dejar un espacio sagrado para las
transacciones, cosa que luego los habitantes tuviesen tiempo para crear,
estudiar y trabajar, todo siempre en un ambiente relajado y tranquilo. Las
ferias marcianas eran parecidas a las típicas ferias de la Tierra, con la
salvedad de que el fin último de la transacción no conllevaba nada monetario
sino funcional, acorde al contexto de quienes participaban en el proceso.
Así, pasaron veinte años en que las
colonias disfrutaron de este sistema económico de las ferias funcionales. Y el año
número veinte fue especialmente recordado ya que para celebrar este sistema, se
dispuso hacer una gran feria que agrupara a todas las colonias marcianas. Su
celebración fue en un punto intermedio a todas las colonias: la región de Hale.
Durante la Gran Feria del año 20, como
se la llamó, se organizó un gran torneo para celebrar las buenas relaciones y
la solidaridad entre las distintas colonias. Así, además de que la Gran feria
contaba con stands colocados para cada colonia, también habría un escenario
donde representantes de cada una podrían mostrar inventos y adelantos
científicos. El que mostrara el invento más novedoso podría tener acceso a la
región de Aethiopis, la cual en una convención celebrada por científicos de
todas las colonias, fue catalogada como sitio solo de interés investigativo. O
sea, solamente algunos científicos
podían entrar. En ella se decía que había diferentes animales y criaturas
endémicas jamás vistas por nadie en Marte.
La primera colonia en participar en el
torneo fue Elemental, con un grupo de
cinco estudiantes jóvenes quienes habían hecho crecer un árbol mineralizado. Se
plantaban semillas de árbol previamente inyectadas con macromoléculas
marcianas, y se enterraba en una piedra compuesta por los llamados
“antiminerales” de Marte, los que en la Tierra no existen. Estos antiminerales
alimentaban a la semilla del árbol haciendo que esta comenzara con un proceso
de biofosilización. Así, el árbol resultante era una especie viva pero con una
corteza mineral. Los frutos que daba no podían ser digeridos por los humanos
pero sí por las bacterias extremófilas que una vez se alimentaban de estos
frutos, podían crear un pus que se podría usar como abono. El jurado que
observaba la explicación de los estudiantes, estaba muy admirado. Era en
realidad un gran adelanto. No obstante, la presentación tuvo que ser detenida
para que el animador del evento subiera al escenario a dar un mensaje:
-Antes de proseguir con esta
presentación, muy buena por cierto, quiero saludar a nuestro gran auspiciador
quien ha traído desde la Tierra hasta Marte sus mejores productos para ser
intercambiados en nuestra Gran Feria. Hablo nada más ni nada menos que de Empresas Sopaipa, con sus exquisitas
sopaipillas que allá en la Tierra han hecho furor desde tiempos inmemoriales.
De hecho mi familia tiene un stand en la sección de la colonia Duópolis, para
que vayan a hacer transacciones funcionales con nuestras exquisitas
sopaipillas.
Luego de la intervención del
presentador, los estudiantes de Elemental, mostraron cómo el árbol que tenían
en el escenario, reaccionaba ante las emociones. Por ejemplo, un estudiante rio
y el árbol movió una rama hacia arriba. Otro estudiante hizo las veces de estar
triste y la rama fue hacia abajo. El jurado se levantó de sus asientos y
aplaudió entusiasmado a los estudiantes por haber creado algo tan importante
para las colonias.
La segunda colonia en participar del
torneo de la Gran Feria, fue una muchacha joven de Deimosis, una de las primeras en reportar los beneficios de las
ferias funcionales. La chica subió al escenario una mesa rodante sobre la cual
había un objeto tapado por una sábana blanca. Observó al jurado unos segundos,
con una mirada misteriosa. Luego sonrió y destapó lo que había. Se trataba de
un mono rojo, uno de los animales más abundantes en Marte. La chica explicó que
a pesar de ser el animal más abundante en el planeta, muy pronto su población
se vería mermada debido a que no había muchas hembras. Por ello no se podrían
reproducir. Sin embargo, la chica apuntó hacia la espalda del mono rojo. Ahí,
se podía ver cómo una especie de espinilla gigante le crecía en la espalda. El
jurado de la Gran Feria estaba con los ojos muy abiertos, preguntándose qué
sería aquello que el mono rojo tenía ahí. Pues bien, la chica sacó de dudas a
todos cuando le dio unas tres palmaditas suaves a aquella “espinilla”. Pronto,
esta se salió del cuerpo del mono y rápidamente creció hasta un tamaño similar
al del mono original. La muchacha explicó que había desarrollado un condimento
hormonal para que los monitos se reprodujesen por gemación y no por
reproducción sexual. Así, su población no sufriría en su número. Además, siguió
explicando, tener a estos monitos era muy importante puesto que se alimentaban
principalmente de los minerales “amargos”, los que solo se encontraban en Marte
y que daban acidez al suelo impidiendo que crecieran los cultivos. Gracias a
los monos rojos, los suelos podían obtener un ph tendiente a la neutralidad. Y
así, favorecer de forma amigable al crecimiento de los vegetales. De nuevo el
jurado tuvo que pararse para aplaudir tamaño invento. Sin embargo, una vez más
el animador subió al escenario para decir unas palabras. Esta vez estaba
comiendo sopaipillas.
-Esos monos rojos me gustan. Son muy monos- y rio solo- Bueno, yo solo
estoy aquí para volver a saludar a Empresas Sopaipa, el auspiciador terrícola
que ha permitido esta Gran Feria. ¡Qué felicidad que esté con nosotros
presente! ¡Recuerden visitar mi stand de sopaipillas!
Luego bajó chupándose los dedos. La
tercera colonia inscrita para participar, fue Catharsis. Se trataba de un grupo de ancianos que observaban a uno
y otro lado el escenario. Comentaban entre sí lo muy cuidada de su construcción.
Incluso se dieron tiempo de hablar sobre la vestimenta del jurado. No parecían
tener ningún invento en particular. Por ello el jurado tuvo que preguntarles
que cuál era el motivo de su visita. Entonces los ancianos se sonrieron entre
sí. Uno de ellos sacó de su bolsillo un frasco. Lo abrió y metió los dedos en
su interior. Era un ungüento. Entonces se lo esparció por el rostro. De
inmediato, su cara rejuveneció. Ahora parecía un veinteañero. El jurado se
levantó dando aplausos a más no poder. Los ancianos (o ex ancianos) explicaron
que en los depósitos de aguas subterráneas de Marte, habían encontrado unas
plantas que rejuvenecían la piel de las personas por al menos tres días. Pero
en cuanto a los órganos internos, tan solo por el mero contacto del ungüento
con la piel, estos podían durar meses rejuvenecidos. Con el descubrimiento de
estas plantas subterráneas, se estaba a un paso de alargar la vida.
Ante este descubrimiento, el
presentador subió emocionado al escenario. Seguía comiendo sopaipillas.
-Lo sucedido aquí, en el escenario, me
ha conmovido. Por ello deseo leerles un poema que escribí recién. Sé que les
encantará. Dice así:
Querida
Empresa Sopaipa, ¿Qué sería sin ti el universo?
Tus
deliciosas sopaipillas conquistaron una vez la Tierra
Y
ahora con su infinito buen sabor me tienen inmerso
Pues
colonizaron también este planeta con su aroma que la pena destierra
¡Oh!
¡Cómo amo nuestra economía basada en ferias!
Pues
gracias a ella he conocido tanta gente y nuevos amigos
A
quienes podré decir que llenen de sopaipillas hasta sus venas y arterias
¡Porque
es un manjar del que todos debieran ser testigos!
Al terminar de leer su poema, el
presentador dejó correr algunas lágrimas. Estaba muy emocionado. Luego de bajar
del escenario, subió el último grupo inscrito. Venían de la colonia de
Asthartinia. Era un grupo de niños. Cada uno aferraba un juguete. Una vez más,
el jurado se mostró un tanto confundido pues no sabían qué era lo que los niños
querían proponer. Entonces los niños bajaron del escenario y se acercaron al
jurado. Les ofrecieron sus juguetes.
-Con estos juguetes, los adultos
volverán a sentirse como niños.
Los miembros del jurado se
enternecieron ante aquello. No obstante, había llegado la hora de elegir a un
ganador y por lo tanto tuvieron que poner rostros de seriedad. Pidieron a todos
los participantes que subieran al escenario. Luego de un redoble de tambores,
hecho por el presentador que golpeaba una pared con las manos, el jurado dio
como triunfantes a los ex ancianos y su ungüento de la juventud. Sin embargo,
sucedió algo. Los ex ancianos no aceptaron su premio:
-Hemos hablado entre todos los
participantes y hemos llegado a la conclusión que ninguno quiere el premio.
Sabemos que sería increíble visitar Aethiopis, pero preferimos que siga como un
lugar netamente de investigación. Queremos ser respetuosos con la flora y fauna
que ahí habita. Por otro lado, hemos decidido, ya que estamos en medio de
nuestra Gran Feria funcional, intercambiar nuestros inventos.
Fue así como los ex ancianos le
entregaron su invento a la muchacha de Deimosis pues ahí había mucha gente
anciana. A su vez, ella les entregó el equipamiento para la gemación en los
monos rojos pues en Catharsis había mucho mineral que molestaba a los cultivos.
Así también, los niños entregaron sus juguetes a los estudiantes de Elemental
que ansiaban volver a sentirse como niños; y los estudiantes les dieron su
árbol a estos pues en Asthartinia había muchas bacterias que podrían
alimentarse de él para así luego tener abono.
Por ello esta Gran feria fue recordada
como símbolo de solidaridad y entendimiento mutuo, ya que ahí no interesaban
los premios sino, y muy acorde a la idea económica de las colonias marcianas,
el causar un bienestar a los otros.
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