Maribel Carrasco Segunda Fase

 

    Problemas En El Olimpo

 

La colonia Olimpo es una de las joyas de la ingeniería marciana, destaca en el paisaje con su gigantesca estructura y su interior siempreverde. Al centro de ella cual bastión, está la torre 17N125O y las áreas de trabajo rodeadas por las zonas residenciales.

Mas allá de las zonas residenciales comienza la zona de esparcimiento, grandes llanuras de pasto verde. En esta zona se encuentran los CECOM, centros comunitarios, donde se dan clases a los menores, donde se organizan los residentes en sus tareas de servicio a la comunidad, y donde se da seguimiento y atención a aquellos que por edad o discapacidad no pueden valerse por sí mismos.

Luego de esta zona comienzan los “bosques perimetrales”. Un cuidado bosque templado, puesto allí para que quienes llegaran hasta esta zona tuvieran la sensación de continuidad y apertura. Si te llegaras a aventurar hasta su límite te encontrarías de lleno con la estructura del domo, desde donde podrías ver lo que nuestra gente llama “el milagro verde”, el suelo árido y rojo salpicado de verdes matorrales, propios de climas de alta montaña, que comienzan ya a proliferar por toda la superficie marciana. Como telón de fondo podrías, si el clima lo permite, ver el majestuoso monte Olimpo con su cima color de plata brillando bajo el sol.

Así como la cima del monte Olimpo, el cabello plateado del Sr. García brillaba al sol cuando este se dirigía hacia el CECOM de la zona residencial Minerva para ir a buscar a Míxel, como parte del programa -Cuidado conjunto- de su zona.

El muchacho lo esperaba sentado a la sombra de un enorme árbol.

-      ¡Hola Miguel!

-      Es Míxel, Sr. García. Hola.

-      ¿Sabías que tu nombre hubiera sido Miguel si hubieras vivido en la Tierra?

El niño entornó los ojos. Era la típica cantaleta de cada vez que venía a buscarlo

- Bueno, no en cualquier lugar de la Tierra, pero sí en las grandes Américas ¿Qué tal tus vacaciones?

-      ¡Genial! fuimos a conocer el parque de diversiones de la colonia de Tharsis.

-      ¡Guau!, ¿y qué te pareció?

-      Me encantó, sobre todo el riel de la torre… ¡por cierto!, traje algo Sr. García y no quería abrirlo hasta estar con usted para que pudiéramos compartirlo…

El joven sacó de su bolso un sonoro paquete de aluminio decorado con letras e imágenes de colores…

-      ¡Oh! Hace muchísimo tiempo que no veía uno. ¿Sabes por qué no tenemos de estas cosas acá en la colonia Olimpo?

-      No, Sr. García.

-      ¿Me creerías si te dijera que en el pasado la colonia estuvo a punto de desaparecer por culpa de estas cositas?

El niño miró asustado el envase entre sus manos.

-      Tranquilo, adelante, come no más, y mientras tanto yo te voy contando.

El viejo tomó una de las pequeñas galletitas bañadas en chocolate y se la comió…

 

-      Esto pasó hace mucho, mucho tiempo. La colonia Olimpo en ese tiempo no era como tú la conoces, para nada. No existían los grandes bosques ni el pasto verde; no existía la torre central ni los satélites sotocópteros. Es más, el domo ni siquiera era igual a este: eran un par de domos pequeños donde desde cualquier parte podías ver hacia el exterior rojo y árido, porque tampoco existía eso del milagro verde.

-      ¿Pero entonces de donde sacaban las plantas para comer? -Preguntó Míxel sorprendido.

-      Esa es, de hecho, una excelente pregunta. Por entonces llevábamos un buen par de décadas instalados en Marte y ya podíamos hacer que crecieran plantas, pero estas tenían que estar en un domo aparte con condiciones especiales que se llaman invernaderos. ¿Tú sabes lo que es un invernadero, Miguel?

El niño iba a corregirle nuevamente, pero solo dio un suspiro y continuó:

-      Es como cuando cierran algo para que el agua que se evapora se quede adentro, como lo que hacemos para el milagro verde, ¿verdad?

-      Excelente, veo que eres un buen alumno también -El Sr. García le guiñó un ojo. -Entonces lo que pasaba es que estos invernaderos sí producían comida, pero no tanta como la que se necesita para tener viva a toda una colonia, incluso una chica como la que era en ese tiempo la colonia Olimpo.

Míxel abrió enormes los ojos. - ¿No alcanzaba para todos? ¿Y qué hacían?

-      Se traía desde la Tierra lo que faltaba, y era carísimo. Por eso mismo había algunas libertades. ¿Tú sabes cómo funcionaban las cosas en la Tierra antes de que llegáramos aquí?

-      No.

-      Mmmm, ¿sabes cómo era el dinero de la Tierra?

-      Era lo que se usaba para comprar, que antes eran unos papelitos que la gente se pasaba o… unas fichas de metal, y se ensuciaba y hacía que la gente se enfermara, o eso dice la profesora.

-      Sí, bueno esto fue antes de los bonos-hora y antes de las marscoins. La gente en la Tierra ganaba este dinero y con el dinero podía obtener cosas: comida, agua, tecnología, ropa, juegos, casa…

-      Ajá.

-      Pero lo que pasaba en la Tierra es que en realidad la mayoría de la gente tenía tan poco dinero que muchas de estas cosas no las podía tener. Incluso si trabajaba.

-      ¡¿Qué?!

-      Sí. – El Sr. García asentía con el rostro muy serio. -Mucha de la gente en la Tierra pasaba hambre. Algunos incluso morían por la falta de comida. No, no por la falta de comida: por la falta de dinero para comprar comida. En ese entonces no existían los derechos de necesidades básicas que nosotros disfrutamos hoy. De hecho, aparecieron con las primeras colonias aquí en Marte. Entonces, como te contaba, las colonias tenían poquita gente, la mayoría llegados de la Tierra, y tenían la cultura de la Tierra. Aunque, como era poquita gente, eran todos necesarios para que la cosa funcionara bien y todos pudieran vivir. Claro, eso hoy día nos parece algo obvio, pero en esa época fue toda una novedad. Los primeros colonos tenían algo que tanta gente en la Tierra no tenía: el derecho a tener todas sus necesidades básicas cubiertas por la colonia. Los primeros colonos tenían sus viviendas, tenían un trabajo importante para la colonia. Tenían sus controles de salud periódicos y un servicio de emergencias de primerísima calidad para evitar la propagación de enfermedades. Tenían sus raciones de alimentos y sus horas de descanso. Y también tenían algunas cosas traídas del viejo mundo: un salario que esta vez no costearía sus necesidades básicas sino entretención, y con él, un sistema monetario que les permitiría intercambiar productos y servicios a cualquier parte, incluso con la Tierra, la netcoin. ¿Te conté que traíamos comida desde la Tierra? Sí, las naves cargueras llegaban 4 veces al año trayendo todo lo que se necesitaba para el bienestar de la colonia y al partir se llevaban su preciado cargamento de minerales como el olivino, de precio increíblemente elevado. Fue en estos cargueros que llegó, un día, una teniente de nombre Almeena. Esta mujer tenía un serio problema de dependencia. El problema es que su dependencia era hacia una sustancia que pasaba desapercibida en todos los controles y registros: ella era adicta a los productos de azúcar refinada.

-      ¿Qué es eso?

-      Son productos como el que tienes ahí. -El niño hizo un gesto negativo, indicándole que no se refería a eso. – ¡Ah! ¿Adicción? Es cuando no puedes dejar de hacer o consumir algo, aunque lo quieras. La teniente Almeena consumía grandes cantidades de golosinas, y mientras trabajó como tripulante del carguero no tuvo mayores problemas, la tripulación podía llevar consigo golosinas y otras cosas como parte de su equipaje. El problema empezó cuando fue asignada como residente permanente en Marte como parte del equipo de logística del invernadero. Los habitantes de la colonia no contaban con estos productos por muy buenos motivos. En primer lugar, no había producción de ellos y su importación directa estaba prohibida por el generoso espacio que ocuparían dentro de las naves cargueras. Eso sin considerar las enormes cantidades de desperdicio que generaban sus envolturas, desperdicios que en una colonia pequeña no hay como deshacer. La teniente Almeena empezó utilizando a sus excompañeros del carguero. Ellos, ocupando espacio de sus equipajes, le traerían sus preciadas golosinas a cambio de una pequeña compensación en netcoins. Pronto, el precio que sus ex compañeros le pedían por estas golosinas comenzó a subir gradualmente. La teniente Almeena no tenía en qué más gastar su dinero, ya que todas sus necesidades básicas eran cubiertas por la colonia. Fue así que al cabo de un año ya estaba gastando todo su sueldo en las dichosas golosinas. Buscando una forma de pagar su costoso deleite, la teniente comenzó a revender.

Las golosinas tenían un alto precio en la joven colonia: un producto traído de la Tierra al que no tenían acceso y que a la gran mayoría le recordaba su infancia, pasada en la Tierra. De un momento a otro la teniente Almeena se vió manejando un importante negocio ilegal de golosinas.

Mucha gente venía a visitar a la teniente. Algunos solo buscaban probar el producto exótico, o para una ocasión especial, o para regalo… Otros en cambio venían seguido. Algunos juntaban sus recursos en grupo para intentar obtener precios especiales.

Al ver lo lucrativo del negocio otros tripulantes del carguero comenzaron a vender también sus productos. Las golosinas eran baratas en la Tierra y si bien importarlas era ilegal, venderlas no lo era. El cargamento viajaba en el equipaje y la mayoría de ellos estaba feliz de viajar sin una pizca de ropa o comodidades a cambio de hacerse rico, pues las golosinas estaban alcanzando precios increíblemente altos en Marte.

Y entonces pasó algo tan raro como predecible. ¿Te han dicho en tus clases cuál es la estructura de la sociedad, Míxel?

Míxel se sorprendió por un momento, para que el Sr. García lo llamara por su nombre, debía estar hablando muy en serio. -Es… ¿un círculo?

-      Exacto. Un circulo donde los puntos que conforman la circunferencia son todos individuos de la comunidad. Para nosotros es así. Pero no siempre fue de esta forma. Entonces imagínate. Todos los colonos son iguales en derechos y recursos, hasta que de pronto esta sociedad tenía los colonos que vendían las golosinas, los colonos que las compraban, los que podían comprarlas, y finalmente los que no: aquellos para quienes las golosinas eran una simple ilusión.

El Sr. García dibujó los dos esquemas en el suelo.

-      Entonces la sociedad de la colonia cambió y se convirtió en una pirámide, según el acceso que se tuviera a las golosinas. Y, con el pasar del tiempo, las golosinas no solo se pudieron conseguir con dinero, sino que con otros medios menos “ortodoxos”.

En esa época, como ahora, se llevaban registros de los controles médicos para evitar que la gente se enfermara y poder prevenir a tiempo. Claro, estos registros podían acusar el exceso de golosinas que llevaban gente como la teniente Almeena. Entonces, algunos doctores que llevaban el registro estuvieron de acuerdo en “mentir un poquito” a cambio de unas pocas golosinas. Y la gente se empezó a enfermar. Con el tiempo, todo con tiempo. ¿Quieres ver al viento recortar una montaña? Sólo dale tiempo.

Míxel había dejado el paquete de galletas a un lado y ahora se sentaba frente al Sr. García con los ojos muy abiertos. - ¿Y luego que pasó con todo eso?

-      Ajajajaja, eres un pequeño curioso. Pues lo inevitable y lo que era obvio que iba a pasar, que todo empeoró. Los empleados del invernadero pronto comenzaron a hacer pruebas para introducir la caña de azúcar que es la base de muchas golosinas, pero se les prohibió porque ocupaban el espacio que se necesitaba para otros cultivos básicos. Así que reclamaron que ellos producían el alimento que toda la colonia consumía, y que si no se les permitía producir sus propias golosinas entonces debería otorgárseles un sueldo que les permitiera conseguir más, que no era justo que quienes alimentaban a todos ganaran lo mismo que los demás.

Míxel se tapó la boca con ambas manos asombrado y el Sr. García asintió con vergüenza:

-      Sí, así de tontos podemos llegar a ser los humanos. Pero esto no acaba aquí, teníamos que los del invernadero exigían mas salario. Pues a sus negociaciones respondieron otros gremios diciendo que sus labores eran aún más importantes y que exigían un sueldo superior al que se fijara para los empleados del invernadero.

Finalmente llegó un día en que los empleados del invernadero encontraron la forma de poner en jaque al Gobierno colonial. Cerraron el invernadero a todo acceso exterior. No entraría nadie, ni saldrían los alimentos necesarios para la vida en la colonia. Todas las demás colonias estaban atentas a lo que pasaba en la Olimpo: el resultado marcaría un precedente en la vida marciana para bien o para mal. Se siguió intentando llegar a un acuerdo con ellos, pero mientras tanto el Gobierno colonial apuraba sus leyes. Se declaró ilegal todo comercio de productos terrestres que no pasaran por el control del Estado. Todos los viajeros Tierra- Marte deberían realizar una declaración legal con todo lo que llevaban y sus intenciones al llegar al planeta rojo.

¿Qué como se resolvió el problema? Bueno, el invernadero tenía a las mejores mentes maestras en biotecnología, ingeniería genética, biología, etc. Sin embargo, no contaban con nadie fuera de estas áreas. Todas las demás funciones las recibían directamente desde otras áreas del domo. No fue difícil hackear sus sistemas, ya que los maestros del área informática también estaban fuera del invernadero. Se olvidaron de lo importante del trabajo en equipo.

La idea era no hacer un movimiento apurado. No iban a obligarlos a salir. De modo que solo se intervinieron algunos equipos para que fallaran ciertas comodidades. Los técnicos también estaban fuera. Y los asistentes de aseo. Ni te imaginas cuánto polvo podían acumular aquellas viejas estaciones. Y, adivina. El agua, la mayor parte, también estaba fuera…

Tres días los que menos, una semana los que más, aguantaron los empleados del invernadero. Fueron llevados a juicio por arriesgar la existencia de la colonia. Traición, exactamente. La colonia no podía permitirse el lujo de tener algo así como una cárcel. ¿Que qué es una cárcel? Pues es donde se encerraba a la gente que no cumplía la ley, a grandes rasgos. La teniente Almeena fue deportada. Finalmente la institución que la había ubicado en Marte la desconoció como colaborador y debió volver a la Tierra donde nunca más pudo trabajar en cargos de responsabilidad. Con los demás hubo un problema. Los empleados del invernadero eran, además, necesarios. Se les dio por ocasión excepcional lo que llamaron “la piedad marciana” Ellos podrían seguir ocupando sus puestos, pero se trajo personal de otras colonias que ostentarían toda la responsabilidad, y obviamente, sus sueldos seguirían igual. A los que no les pareciera podrían regresar a la Tierra. Finalmente, solo dos de ellos lo hicieron.

Y así fue cómo la colonia Olimpo resolvió el problema del azúcar. A partir de entonces toda venta de azúcar y otros artículos estuvo regulada. Se hacía, como ahora, en parques recreativos como el que tú visitaste, o en zonas de intercambio neutro. Poco después de esto también apareció el marscoin, la moneda de Marte. Con el tiempo nuevos adelantos permitieron que se ampliara el domo, y se plantaran nuevas especies en distintas zonas, entonces ahora sí, los nuevos biotecnólogos pudieron probar con la caña de azúcar entre otras especies, y bueno, con el tiempo aprendimos que el ser humano necesita de distracción y no solo descanso, por eso es que hoy son tan importantes los centros comunitarios como este. Pero, sobre todo, yo creo que el ser humano en Marte aprendió que cada uno de nosotros tiene un lugar único e irreemplazable, y que dependemos unos de otros para hacer esto bien.

 

Como decía el gran cronista Homero el marciano, de la primera colonia:

                

                 

                 Del universo, en su increíble estructura,

                 Humano tú eres un tesoro preciado,

                 Que ha sabido forjar su bonanza futura

                Corrigiendo los yerros de su triste pasado.

               

                Ciudadano de Marte, tu increíble ventura

                No son los rincones de este mundo logrado.

                Tampoco lo es la inventiva cultura

                Ni lo son las certezas de tu padre el Estado.

                ¡Son las manos y mentes de la férrea armadura

                De tus cientos de hermanos trabajando a tu lado!

 

-      Entonces ¿no debería comerme estas galletitas Sr. García?

-      Dime, Miguel, ¿Qué forma tiene la sociedad?

-      Tiene forma de círculo pues, Sr. García, y es Míxel, no Miguel.

-      Entonces come tranquilo tus galletitas. Si sabes que la sociedad es un círculo, jamás vas a abusar de ellas.

 

 

 

 

 

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