Rodrigo Soto Segunda Fase

 

Amartizaje

 

Desde millones de kilómetros Marte se ve como un simple punto rojo entre los miles de brillantes cuerpos celestes que pintan el fondo negro del sistema solar. Sin embargo, cuando la distancia es menor a un millón de kilómetros, sería posible apreciar que sobre la arcillosa superficie del planeta hay una hermosa mancha verde, producto de años de intervención humana. Esta mancha, que ya casi cubre la mitad del planeta, está protegida por una enorme cúpula en constante crecimiento, bajo ella hay miles de especies vegetales que llenan el interior de oxígeno. Haciendo que la atmósfera sea respirable. Las proyecciones  indican que en menos de veinte años, toda la superficie del planeta estaría cubierta de plantas, lo que permitiría remover la cúpula por completo, dejando que la gravedad se encargue de mantener la atmósfera respirable unida al planeta. Por mientras, cualquier nave que se aproxime al planeta verá el hermoso espectáculo de un planeta bicolor.

 

Lamentablemente, los tripulantes de la nave Atlas no podían disfrutar nada de este sobrecogedor espectáculo. Y es que la nave no debía tener tripulantes humanos, sólo los sensores de la propia nave debían corregir el curso de ser necesario, y al momento del amartizaje, la inteligencia artificial decidiría cómo desacelerar y comunicarse con el planeta para que la cúpula se abriese y poder entrar. No obstante, entre la carga de zinc, necesario para el crecimiento de las plantas de marte, había humanos, polizones inesperados que se las habían arreglado para pasar desapercibidos. Eran en total nueve humanos, tres parejas de adultos, cada una con un niño. Se las habían arreglado para comprar, con dinero difícilmente ahorrado, una cápsula de hipersueño clandestina. Dentro de ella habían acomodado a los tres niños, para ahorrarles la incomodidad de un viaje de varias semanas, mientras los adultos se las arreglaban para pasar el tiempo y racionar el alimento.

 

Carlos despertó luego de ocho horas durmiendo y encendió la lámpara. No era posible saber si era noche o día. De hecho, estos no existían en la posición que tenían en medio del espacio exterior. La noción de tiempo se hacía esquiva en esta situación, aunque llevaba con él un mini computador que le permitía calcular cuánto tiempo llevaban en la nave, y según este, en sólo un par de horas amartizarían. La perspectiva de llegar a un lugar nuevo, donde las leyes terrestres no se aplicaban, donde ni siquiera el dinero existía… donde la abundancia era creada gracias al apoyo mutuo y la propiedad común.

 

Para tranquilizar su alma, y para gentilmente despertar a los otros, repitió la canción que habían cantado durante todo el viaje.

 

El planeta rojo espera con calma

Nuestro viaje es lento y tortuoso

Pero la llegada regocijará mi alma

Sabiendo que estaré en un mundo virtuoso.

 

Tendré paciencia, no desespero por llegar

Que el punto carmesí ya se vuelve visible

Tendré paciencia, no voy a desesperar

Que  pronto estaré donde la vida es vivible.

 

 

La cúpula abrió una enorme cámara despresurizada para que la nave pudiera descender. Las inteligencias artificiales de la nave y la plataforma trabajaron en conjunto para coordinar los movimientos y que todo funcionara perfectamente. Aún así, para los inesperados tripulantes no fue tan sencillo. Tuvieron que afirmarse como pudieron entre los enormes containers para no caer, y sostener la cápsula de hipersueño que contenía a los niños. Un último golpe se sintió cuando los trenes de amartizaje  (o aterrizaje, dependiendo de donde estuviera descendiendo) hicieron contacto con el suelo. Todos los adultos cayeron, dejando que también cayera la cápsula con los niños.

 

Rápidamente la cúpula volvió a cerrarse y la cámara se llenó de aire. Varios robots de carga automatizados abrieron el compartimento de carga, para detectar inmediatamente que había una anomalía. Nueve seres humanos estaban a bordo, incluyendo tres niños. Todos estaban durmiendo o inconscientes. Los recogieron con facilidad y dieron inmediato aviso a los habitantes de la enorme ciudad de Marte.

 

Mientras todos hacían sus actividades diarias; algunos preocupados de los cultivos, otros entrenando a niños y jóvenes en distintas disciplinas, también algunos dedicados a producir música y arte, y también quienes descansaban; todos recibieron al mismo tiempo la comunicación de emergencia en sus bolsillos. Un comité general fue convocado para discutir la cuestión de los nuevos inmigrantes. Hacía más de cincuenta años que no había inmigración a Marte, por lo que la mayoría estaba muy confundida respecto de qué hacer al respecto.

 

Algunos decidieron no participar, ya que no sabrían qué decir en una situación así, pero la mayoría se reunió en los distintos centros de reuniones conectados por internet, o de manera remota se conectaron con sus computadores de bolsillo. La inteligencia artificial principal dio a conocer la situación a los habitantes, para luego sugerir posibles acciones, aunque la decisión final siempre sería tomada por los humanos.  Las personas encontradas en la nave de comercio estaban siendo atendidas, ya que se encontraban en estado de desnutrición y algo desorientadas por la diferencia de gravedad y de horario.

 

Los marcianos veían como lo más natural simplemente permitirles disfrutar de los beneficios de la sociedad de Marte, y también preguntarles con qué talentos y saberes contaban para contribuir a la sociedad, o en qué áreas deseaban desarrollarse. Además, había una enorme curiosidad por que explicaran cómo podían vivir con esa extraña costumbre llamada monogamia y la crianza de niños en familias nucleares en vez de en comunidad.

 

Se les entregó un intercomunicador a los refugiados para que pudieran hablar de su realidad y su perspectiva del universo. Al comienzo, se sintieron muy cohibidos, despertando en una sala de enfermería, rodeados de androides que monitoreaban sus signos vitales. Sólo una pequeña pantalla con cámara y micrófono anexados los comunicaban con toda la población de Marte, ansiosa por conocerlos. Carlos fue quien se atrevió a acercarse para tomar la palabra, aunque no tenía muy claro qué era lo que quería decir. Comenzó a hablar, intentando que su español de Sudamérica sonara lo más neutral posible, para que lo entendieran mejor.

 

—Ho… hola —comenzó—. Mi nombre es Carlos. Soy un trabajador de la Tierra, al igual que los miembros de las tres familias que viajamos en la nave Atlas. Hicimos todo lo posible para venir a este planeta, porque ya no soportábamos la opresión que vive la clase obrera.

 

“Clase obrera”. La expresión quedó dando vueltas en las mentes de muchos. Parecía un término muy anacrónico, aunque sabían que en la Tierra las clases sociales todavía eran algo muy real.

 

Carlos tomó aire para seguir hablando, pero fue interrumpido por la inteligencia artificial moderadora. Para la gente de Marte, ser interrumpidos mientras hablaban era considerado una terrible ofensa, especialmente si era durante una asamblea, pero si lo había hecho la inteligencia artificial, tendría que tener una explicación razonable.

 

La inteligencia artificial permitió que se escuchara un mensaje proveniente de la Tierra.

Era una grabación en castellano con un acento norteamericano.

 

—Exigimos que los migrantes ilegales retornen en el siguiente cargamento de la nave Atlas —decía luego de las palabras formales que no tenían mucho sentido para los marcianos—. Esperamos una pronta respuesta para que las relaciones bilaterales no se vean afectadas.

 

Los marcianos no fueron capaces de entender la sutil amenaza que se escondía detrás del mensaje, por lo que la inteligencia artificial la tuvo que descifrar por ellos. Además, sugirió que devolvieran a los migrantes para evitar un conflicto bélico.

 

“¿Conflicto bélico?”, pensaron la mayoría. Otro término anacrónico, pero que esta vez traía una carga de miedo existencial. Dentro del fuero interno de cada uno comenzaron a debatirse muchas  ideas y sentimientos contradictorios. Dentro de los salones de reuniones las personas comenzaron a debatir en voz muy alta y el respeto por los turno se habla casi se vio ignorado debido a la ansiedad que ebullía. Luego de largos minutos de debate intenso, se llegó a proponer dos opciones. La primera era devolver a los migrantes, opción que causaría mucho dolor al no respetar la voluntad de quienes habían pasado por mucho dolor para poder llegar a su planeta, pero que tal vez evitaba un mal mucho mayor, el cual era la primera guerra intergaláctica entre humanos. La segunda opción era la de desobedecer las órdenes terrestres, y esta era la que casi todos tendían a elegir, ya que era la que se sentía éticamente más correcta. Sin embargo, la posibilidad de generar una guerra contra la Tierra causaba un miedo terrible.

 

—Creo que debemos considerar la opción de un conflicto bélico —dijo uno de los marcianos—. Nuestro manejo de la inteligencia artificial y los robots hará que las muertes humanas sean reducidas. Además, no podemos permitir que nuestros principios se trancen. Todas nuestras decisiones han sido tomadas pensando en nuestra integridad ética.

 

—Pero en la Tierra las batallas son combatidas por personas —contestaron desde otro intercomunicador—. ¿Estamos dispuestos a enviar nuestras naves automatizadas y a nuestros robots a pelear a muerte con personas de la tierra? ¿acaso eso no es éticamente cuestionable?

 

—Además —dijo una persona de avanzada edad—, en la Tierra se combaten batallas todos los días. La experiencia terrestre en ese sentido es mucha, y es muy probable que terminemos cediendo más de lo que estamos considerando. Parece ser que cualquiera de nuestras decisiones en este asunto nos llevará a dañar seres humanos activamente. Debemos considerar otras opciones, tal vez algunas que la inteligencia artificial no ha considerado. Usemos nuestra inteligencia humana para pensar fuera de la caja.

 

Entonces intentaron pensar en maneras diferentes de salir del embrollo, pero no encontraban ninguna. Surgieron maneras racionales de intentar convencer a los líderes terrestres, pero la inteligencia artificial simulaba sus respuestas, casi siempre movidas por ideologías o lógicas diferentes a las de la gente de Marte, y los resultados eran siempre negativos. Muchos pedían la palabra para hablar, pero no lograban articular ideas nuevas, hasta que la misma persona de avanzada edad levantó su mano. Cuando la inteligencia artificial le dio la palabra sugirió que si querían convencer a la Tierra, debían utilizar la manera de pensar de ellos. Automáticamente, la inteligencia artificial dio la palabra a los inmigrantes que habían escuchado todo desde la sala de enfermería.

 

No hubo preguntas, sólo el silencio esperando que saliera algún sonido a través del micrófono abierto. Sólo Carlos parecía dispuesto a dar una respuesta, el resto de los terrestres estaban más preocupados de atender a los niños que ya estaban despertando. Carlos entonces dijo lo único que se le vino a la mente.

 

—Unbinilio —luego esperó que los demás reaccionaran, sin embargo sólo hubo más silencio—. Eso es lo que esperan en la Tierra a cambio del zinc que ellos enviaron. El unbinilio es muy preciado en la Tierra. De hecho allá dicen que tendrían que enviar tres veces más zinc para que sea un trato justo.

 

Los marcianos no lograban comprender qué implicaba lo que decía Carlos. Para ellos un trato era todo lo necesario para cumplir con la palabra. Ellos enviarían el Unbinilio aunque les estuviesen diciendo que el trato no era justo. Ya estaba hecho. Y además, ¿cuál era la relación con los migrantes? Carlos entendió, gracias al silencio, que tenía que darse a entender de manera más explícita.

 

—Los presidentes de la Tierra saben que ustedes no romperían el trato de intercambio de materias primas. Pero tal vez habría que adoptar algunas actitudes de los terrestres y decirles que si no nos permiten quedarnos en Marte, no enviarán el unbinilio. Podrán comenzar una guerra por mantener su control sobre nuestra clase, pero arriesgarían mucho si comienzan una guerra y ustedes no les envían el mineral. Lo necesitan para todas sus maquinarias y naves espaciales.

 

Luego de esto hubo varias intervenciones. Muchos estaban preocupados sobre qué pasaría con ellos si estaban dispuestos a utilizar tal tipo de manipulación política. Finalmente decidieron que era la opción más viable. También decidieron que desde ese momento, las relaciones con la Tierra serían supervisadas por los visitantes terrestres, siempre con el fin de mejorar las condiciones de vida y liberar a los trabajadores.

 

La visita de los inmigrantes les recordó a los marcianos que el origen de su colonia era la liberación de quienes no podían más con las lógicas obsoletas de los gobiernos terrestres. Era hora de mirar atrás y ayudar a quienes habían quedado en el camino. La negociación política y la utilización del poder que les daba el unbinilio, el mineral más preciado del sistema solar, serían la principal, pero no la única manera de hacerlo. Luego de la llegada de estos migrantes, comenzaron a hacer esfuerzos por dar bienvenida a más inmigrantes, iniciando una nueva etapa en la astropolítica de Marte.

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