Rodrigo Soto Semifinal
Quién habita a 12 años luz.
El oscuro manto del universo,
cubierto de cuerpos celestes, planetas, estrellas, supernovas y qué más, en
eterno movimiento y aparente quietud, parece no mostrar cambios significativos
durante siglos, incluso milenios. Y es que una eternidad, en los parámetros del
tiempo universal, es sólo un instante. Y aún así, en lo que parecería sólo un
pestañeo, han pasado unos cientos de miles de años, en los que una especie de
un sistema solar ha realizado tantos cambios en su planeta natal que incluso ha
comenzado a intervenir el espacio a su alrededor. Luego de poner en riesgo el
delicado equilibrio que sostiene la vida en el tercer planeta, lograron
asentarse en el cuarto, mientras las cosas en su planeta natal volvían a una
cierta estabilidad y la vida lograba volver a un cierto equilibrio. Ahora, con
dos planetas completamente habitados, se exhibía con orgullo la mayor
intervención humana en el sistema solar.
Más allá del cinturón de Kuiper, en
una zona especialmente poco concurrida, y elegida especialmente por eso, sólo
hace unos meses había terminado la construcción de una enorme estructura
metálica, hecha con minerales extraídos desde La Tierra y desde Marte. Era un
anillo de varios kilómetros de diámetro con varias fuentes de poder nuclear
ubicadas en lugares estratégicos. Sólo dos robots controlados desde Marte
habían comenzado las tareas de construcción, pero luego ellos mismos
ensamblaron más como ellos y continuaron con la faena más rápidamente.
Finalmente, cuando sólo faltaban los últimos detalles, los mismos robots
iniciales desensamblaron a los demás y utilizaron el material para finalizar,
en una hermosa demostración de eficiencia. El último robot, luego de comprobar
que el sistema funcionaba, comenzó un viaje en una trayectoria calculada
rápidamente para volver a Marte y, seguramente, ser desarmado para utilizar sus
piezas en otras labores.
La estructura, luego fue contactada
por una débil señal electromagnética que viajó cinco mil millones de kilómetros
desde la tierra. Esta señal, con un preciso mensaje en sistema binario, le
indicó a la inteligencia artificial principal que iniciara una reacción en
cadena que liberó energía desde las fuentes de poder. Así, toda esta energía
controlada logró crear algo que sólo había sido observado a inconmensurables
distancias y cuyas implicaciones eran sólo tema de especulaciones: un agujero
de gusano. Era el primer agujero de gusano creado artificialmente en toda la
historia de la vía láctea.
La nave Arnsteinn avanzó a una
velocidad cercana a la de la luz, con una tripulación de humanos provenientes
de La Tierra y de Marte. Su misión era explorar un lugar específico. El agujero
de gusano había sido diseñado y construido especialmente para llegar lo más
cerca posible del sistema solar de Teegarden. Desde la cabina principal de
Arnsteinn, Camil miró hacia el exterior, viendo por primera vez la luz púrpura
de la estructura que albergaba al modesto agujero de gusano. Carles se acercó a
ella y juntos observaron el punto de luz, que luego de unos días se convertiría
en un círculo que los rodearía por completo.
La tripulación no utilizó sus
cápsulas de hipersueño en ese trayecto, ya que debían trabajar en varios
cálculos y en tareas logísticas, pero principalmente, querían estar despiertos
en el momento de entrar por el agujero de gusano. Durante esos días, también
pudieron conocerse mejor, especialmente entre los terrícolas y los marcianos,
que venían de culturas tan diferentes. Los terrícolas le enseñaron a los otros
sobre el comercio y el uso de dinero, la propiedad privada y los lujos a los
que podían acceder en un mundo donde el libre mercado funcionaba en la medida
que lo permitía la naturaleza en recuperación. Los marcianos compartieron su
experiencia de apoyo mutuo y de la lucha constante contra el impulso de algunos
de formar jerarquías, además de su capacidad para crear abundancia sin
desperdicio y de la habilidad de disfrutar de todos los placeres que puede
brindar la vida sin tener que pagar por nada. Las diferencias en la manera de
vivir se hicieron mucho más evidentes cuando contrastaban sus maneras de vivir
“en pareja”. Los de la tierra consideraban como la norma las parejas
monogámicas que mantenían relaciones duraderas, y estas, de tener hijos o
adoptarlos, se encargarían de su crianza. En cambio, los de marte tenían
relaciones esporádicas, y muchos de ellos ni siquiera consideraban tener alguna
pareja estable en el tiempo. Algunos tenían relaciones poligámicas o abiertas,
y en cuanto a la crianza de los niños, esta se hacía en comunidad, y rara vez
se recordaba de quién eran hijos.
Aunque eran muy distintos unos de
otros y ciertamente había una constante extrañeza cada vez que las diferencias
se hacían evidentes, el respeto entre los tripulantes se mantuvo siempre como
una constante. Especialmente, entre Carles de La Tierra y Camil de Marte, el
respeto poco a poco pasó a convertirse en una fuerte amistad. El único
integrante de la tripulación que no respetaba la norma tácita de respeto por
otros era Holm, un hombre incapaz de entender las costumbres de los marcianos
y, aunque nunca decía lo que pensaba, dentro suyo, un odio hacia los otros
humanos que no pensaban o sentían como él, crecía y crecía.
También creció la imagen del círculo
que albergaba al agujero que los llevaría a otro sistema solar. Una hora antes
que de costumbre, la nave encendió sus luces internas para despertar a los
tripulantes. Los seis se levantaron y se reunieron en la mesa de reuniones. Los
robots de asistencia habían dejado un desayuno listo, pero nadie pudo comer. La
conversación fue escueta, ya que todos, en silencio, pensaban en qué
experimentarían o siquiera sobrevivirían el paso por el túnel intergaláctico.
Una hora después estaban todos en el
módulo de control, ubicado en la parte superior de la nave. Camil desactivó el
escudo de opacidad de las paredes, dejándolas completamente transparentes. El
sol ya estaba muy lejos como para poder dañarlos con su radiación, y todos
querían una vista periférica del acontecimiento. En todas direcciones sólo
veían puntos blancos de distintos tamaños. Cada uno, una estrella, o un
planeta, un sistema solar, con una historia única, tal vez con habitantes, un
mundo nuevo por explorar. Esta vez irían por Teegarden B, donde las
probabilidades de expandir el alcance de los humanos eran mayores. La habitabilidad
del primer planeta del sistema solar Teegarden era la más alta conocida y, a
pesar de lo inconmensurable de las distancias en el espacio, era relativamente
cercano.
El círculo púrpura pronto envolvió a
Arnsteinn. Todos vieron el anillo pasar por sobre ellos. Afirmados por sus
cinturones, cada uno en sus sillas esperaron que fuera un viaje traumático. De
pronto la nave se sacudió violentamente y todos los sistemas se apagaron por un
minuto. Los tripulantes sintieron que una fuerza externa aceleraba toda la
estructura. Y cuando creían que la experiencia se volvería más traumática, los
sistemas volvieron a funcionar y la nave volvió a tener una velocidad estable,
aunque al parecer esta era mucho mayor. Miraron en todas las direcciones y en
ninguna parte estaba el anillo púrpura. Detrás de ellos sólo había un espacio
donde no se veía cuerpos celestes. Esa era la única señal de que ahí se
encontraba el otro extremo del agujero de gusano. Camil revisó los instrumentos
y comprobó que en menos de un minuto y sin apenas notarlo habían viajado doce
años luz.
La estrella Teegarden brillaba frente
a ellos muy débil, pero distinguible entre los astros. Camil volvió a activar
el filtro opaco de las paredes, volviendo la sensación de una habitación
estéril. Todos volvieron al módulo de habitación y se prepararon para el
hipersueño. Comieron una última comida rica en macro y micro nutrientes y se
dirigieron a sus cápsulas.
Ya casi todos estaban en sus cápsulas
esperando que la nave activara el sistema que les induciría al sueño de tres
meses que les llevaría atravesar las cincuenta unidades astronómicas, cuando
Camil decidió ir a asegurarse de que el curso estaba correctamente calculado y
entrarían en la órbita de Teegarden B y no se dirigirían directamente hacia la
estrella. Holm la siguió, sólo porque no confiaba en que una marciana se
quedase despierta en la nave mientras él esperaba en su cápsula. En las
conversaciones que habían tenido no había encontrado ningún atisbo de impulsos
individualistas o materialistas que hicieran sospechar que ella quisiera sacar
provecho de la situación. Además, tampoco habría algo que pudiese robar, ni
nada. Aún así, había algo que no podía describir que le hacía pensar que los
marcianos no eran de confiar.
Camil revisó una y otra vez las
pantallas de la nave dando la espalda a la entrada del módulo de control, desde
ahí Holm la observaba sin que ella se diera cuenta. La silueta de Camil se veía
insignificante rodeada de las estrellas que llenaban la ventana delantera. Cuando
Camil se dio vuelta casi dió un salto al ver la enorme figura de Holm
observándola. De pronto vinieron a su mente las advertencias de sus amigos de
Marte sobre los terrícolas. Ella las había ignorado, pensando que se trataba de
prejuicios, pero ahora, sola frente al hombre que medía casi el doble de ella,
naturalmente más fuerte por el solo hecho de venir de un planeta con mayor
gravedad y también por su entrenamiento militar, las advertencias se sentían
como algo real. Le habían dicho que tuviese cuidado de los impulsos violentos
de los militares, especialmente los hombres, que por sus costumbres arcaicas
aún sentían que tenían derecho sobre los cuerpos de las mujeres. La mente de
Camil se puso en modo de preparación para la pelea. Aunque sabía que estaba en
desventaja, rápidamente pensó en sus posibilidades. Pensó también que desearía
que Carles estuviese ahí. A pesar de ser un militar terrícola, Carles le
inspiraba mucha más confianza.
Holm se dio cuenta de lo que le
pasaba a Camil al verlo, y de pronto sintió mucha vergüenza. Quiso
tranquilizarla, pero no sabía cómo. Sentía que cualquier acción que hiciera la
asustaría más, especialmente porque su tamaño era muy superior. De repente su
cuerpo se sentía inapropiadamente enorme. Pero la preocupación de Holm se
esfumó en un instante con algo que llamó su atención completamente.
Camil quiso iniciar una conversación
para disipar sus dudas y preguntó a Holm qué era lo que hacía ahí en vez de
estar en su cápsula. Pero no hubo respuesta, sólo los ojos y la boca de Holm
abiertos en silencio. Camil supo que la atención no estaba puesta en ella., y
la preocupación de ser atacada fue reemplazada por la incertidumbre. Se dio
vuelta hacia el gran ventanal y vio lo mismo que había paralizado a Holm.
Una enorme masa se dirigía hacia
ellos, cubriendo las estrellas del fondo, creciendo más y más. No podían
distinguir si estaba muy lejos acercándose a gran velocidad o si estaba más
cerca y moviéndose más lento. Podían distinguir una masa redonda con tentáculos
que se movían rápidamente por delante. Camil presionó un botón que activaba la
alarma en la nave, sin saber en realidad por qué, pero hizo que todos los demás
se levantaran inmediatamente. Luego pensó en lo estúpida que había sido al no
presionar ese botón cuando se sintió amenazada por Holm. Cuando todos habían
llegado se dio cuenta que los sensores de la nave no habían detectado a la masa
y seguían el curso normal, haciendo evidente la colisión. Pidió a todos que
tomaran sus asientos y comenzó a mover la nave manualmente. Con la ayuda de
Young, de Marte, activaron los motores laterales para cambiar el curso en
algunos grados, pero la nave no giró. Aumentaron la potencia, pero nada pasaba.
Camil llegó a la conclusión de que estaban siendo atraídos por la enorme masa.
Holm pidió autorización para
disparar, pero le fue denegada. Aún así, desde su puesto controló los cañones y
los dejó listos y apuntando al objetivo. Pasaron los minutos y no podían
cambiar el curso ni detener la nave. La
colisión era inminente. Holm volvió a pedir autorización para disparar. Volvió
a ser denegada, pero Camil estaba dudando. Cuando Holm iba a pedir autorización
por tercera vez, una luz parpadeante emergió desde la masa gigante. Eran tres
destellos cortos, tres largos y luego tres cortos de nuevo. La conocida señal
de auxilio S.O.S. Sólo esto disuadió a Camil de autorizar el ataque.
Holm protestó. ¿Cómo podrían saber si
era un intento de comunicación? Sólo era una luz. Podía ser perfectamente un
intento de ataque. Una comunicación hostil. Era imposible que a 12 años luz del
sistema solar utilizaran el mismo alfabeto morse que los humanos. Pero Camil
tenía un presentimiento y no permitió el ataque.
Cuando la masa estaba a menos de un
kilómetro, esta abrió sus tentáculos, cubriendo casi todo el campo visual de la
nave. En medio de la silueta negra rodeada de tentáculos apareció un resplandor
azul. Una escotilla que se abría para recibir a Arnsteinn dentro de ella.
Carles, desafortunadamente, no pudo contener su impresión de que serían
devorados por un monstruo. Esto hizo que la ansiedad de Holm superara su respeto
por la jerarquía, y lo obligara a disparar.
Los misiles se dirigieron directo
hacia la escotilla, pero fueron detenidos a mitad de camino por otros misiles
provenientes de la escotilla. Luego, en un abrir y cerrar de ojos, Arnsteinn
aumentó su velocidad y fue absorbida por la masa gigante. Mientras la escotilla
se cerraba detrás de la atónita tripulación, los tentáculos también lo hacían.
Luego de eso todo fue negro.
***
Holm despertó con un resplandor que
lo encandilaba. Sus ojos poco a poco se acostumbraron a la luz y comenzó a ver
algunas figuras. Frente a él alguna criatura bípeda de varios metros caminaba
de un lado a otro moviendo instrumentos. Había otras figuras, al parecer, sobre
camillas. La figura que caminaba se acercó a Holm, y ahora la pudo ver con
mayor claridad. Era un ser de unos cinco metros, con una cabeza enorme con
forma de ampolleta. Tenía dos ojos estirados y cuatro orificios que parecían
ser una nariz. No tenía boca en el rostro. Dos extremidades superiores parecían
brazos pero con forma de tentáculos. Los pies eran cuatro, también como
tentáculos. Su vestimenta era una especie de armadura negra que contrastaba con
lo blanco de su piel.
Se detuvo a un metro de Holm, quien
no podía creer lo que veía. La criatura comenzó a emitir un sonido de zumbido,
lo que provocó que una caja emitiera unos ruidos. Holm miró a la caja y se dio
cuenta que estaba conectada a uno de los computadores que tenían a bordo de
Arnsteinn. De pronto se dio cuenta que estaban a bordo de su nave, y las otras
figuras eran sus compañeros en sus cápsulas.
Luego de que el computador terrícola
recibiera la señal de la caja extraña, una voz surgió a modo de traducción de
los zumbidos de la criatura.
—Le pido disculpas por despertarlo de
esta manera. Estas no son las circunstancias en las que nos gustaría haber
hecho el primer contacto entre nuestras especies. Entiendo que la precipitación
de nuestras acciones lo haya asustado, y por eso mismo le perdonaremos el
ataque hacia nuestra nave.
—¿Dónde estoy? —preguntó Holm, sin
esperar una respuesta.
La caja misteriosa computó su voz y
emitió un zumbido similar al de la criatura, luego esta respondió con otro
zumbido que luego el computador pudo traducir.
—Se encuentra en su nave, la cual
está estacionada en la capital de Korg, en el continente Hang de Teegarden B.
En tiempo terrestre, ha estado dos semanas durmiendo. Le ruego que entienda que
no podíamos esperar a que llegaran por sus medios, debido a lo desesperado de
nuestra situación. Aunque el agujero negro creado por su especie nos ha
ahorrado tiempo vital, me temo que debemos actuar rápidamente.
Holm preguntó por su tripulación. Sin
tiempo para asimilar lo que estaba viviendo, tenía que asegurarse que los suyos
estuvieran bien. La criatura le aseguró que estaban bien, en proceso de
despertar, pero que a él lo habían despertado más rápidamente, porque lo
necesitaban.
—¿A mí? —preguntó él— ¿Y por qué es a
mí a quien necesitan?
—Verá —respondió el otro ser—,
descubrimos que en su sangre tiene anticuerpos naturales para enfrentar un
virus que ha atacado a nuestra gente durante el último tiempo. No se preocupe,
no realizamos exámenes invasivos. No es nuestra costumbre pasar a llevar la
autonomía de otros. Y como reconocemos que usted, a pesar de no ser nuestra
especie, es un ser pensante, necesitamos de su autorización para extraer una
muestra de su sangre.
Holm no sabía qué responder. Estaba
intentando entender qué ocurría cuando la criatura se acercó a él con una
jeringa conectada a un tubo que llevaba a una máquina muy extraña. Por un
momento el horror lo paralizó, y quiso protestar. El extraterrestre pareció
darse cuenta de que su impaciencia estaba asustando a Holm y retrocedió. Luego
emitió un zumbido.
—Le ruego me perdone por mi
impaciencia. Verá, es que hay muchos seres queridos esperando por sus
anticuerpos, y esto puede ser su única esperanza. Cada minuto cuenta. No quiero
que mi ansiedad lo obligue a decir que no a este procedimiento. Tenga claro que
no haré nada que no autorice. ¿Me permitirá extraer 500 cc de su sangre? Tendré
todos los cuidados posibles con usted para que se recupere de la extracción.
De pronto, un quejido emergió desde
una de las otras cápsulas. Era Camil que estaba despertando. Holm alcanzó a ver
cómo se sentaba y veía a la criatura por primera vez. La mirada de horror en su
rostro parecía una versión exagerada de lo que había visto unos instantes antes
de ver la nave de los habitantes de Teegarden B. La criatura vio a Camil y
torpemente intentó tranquilizarla. Al parecer la ansiedad le hizo tener mucho
menos tacto que con Holm. Camil comenzó a gritar.
De pronto Holm comprendió qué era lo
que tenía que hacer. Se puso de pie para que ella lo pudiera ver.
—Tranquila —dijo—. Sólo tenemos que
confiar los unos en los otros.
Se subió una manga, mostrando las
venas de un brazo al extraterrestre. Este entendió el gesto, pero explicó que
la aguja iría en el cuello. En menos de un segundo, la sangre fue extraída.
Holm se desmayó luego de la violenta
extracción, pero la criatura lo sostuvo. Atendió al hombre hasta que se hubo
rehidratado y recuperado.
***
Los anticuerpos probaron ser
efectivos y muchas vidas fueron salvadas en Teegarden B.
Camil y el resto de la tripulación
fueron recibidos en el nuevo planeta. La exploración humana en un nuevo confín
tendría otro destino, uno más brillante del que se había esperado, gracias a la
colaboración y la confianza entre dos especies con mucho para compartir.
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